Cristina, las sospechas sobre la obra pública y el viejo truco de ensuciar a todos

Cristina Kirchner, cuando era presidenta, en la inauguración del 131° períodos de Sesiones Ordinarias

Hay una conducta, ciertamente antideportiva, que se suele ver en algunos partidos de fútbol. Sucede cuando un jugador es expulsado con tarjeta roja y, antes de partir al vestuario, intenta alguna argucia para llevarse a otro del equipo rival consigo. Algo de eso intentó Cristina Kirchner con su alegato "blue", el que locutó durante más de una hora desde su despacho en el Senado. Impartió sospechas, apuntó contra todos los que pudo, se enojó en soledad, y como casi siempre en 20 años, se aprovechó de que nadie pueda refutarla en nada.

Como aquel jugador, trató de llevarse consigo a alguien, o a muchos. Y hasta a todos si es posible. No hay escenario de daños institucionales en cada una de estas apariciones . No le interesa; su mirada no va más allá de su porvenir judicial.

El paradigma sobre el que se montó la vicepresidenta es remanido. Según su visión, todos son corruptos en el mundo de la obra pública y ese sencillo enunciado impide que solo ella sea juzgada, imputada y acusada. Algo así como decir que si hay una manada de cebras no puede ser que una sola sea negra y blanca a rayas. Todos o ninguna.

El programa que montó en la mañana de la Web fue efectista para su tropa aunque no efectivo para el proceso que estos días la ocupa. Les habló a los suyos, como siempre . Prácticamente nada de lo que dijo o presentó como "prueba irrefutable de su inocencia" puede ser incorporado al expediente conocido como Vialidad. Pero eso parece no importar demasiado; la apuesta es otra.

Cristina Kirchner sabía perfectamente que después de la jornada de ayer, donde los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola redondearon sus argumentos acusatorios, el ring iba a quedar en soledad . Y ella, tiempista de la última palabra, se subió. También conocía perfectamente que nadie le va a responder. Luciani y Mola, y tampoco ninguno de los empresarios mencionados, van a decir nada. O muy poco.

Las sospechas sobre el mundo de la obra pública son tan viejas como conocidas. El 23 de noviembre de 2005, el entonces ministro de Economía Roberto Lavagna denunció sobrecostos y cartelización en la obra pública. El economista eligió el lugar para tirar el dardo, ya que lo hizo en plena Cámara de la Construcción. Dijo que había licitaciones de Vialidad que eran investigadas por Defensa de la Competencia e incluso por el Banco Mundial. Ese día, algo más tarde, llegó Néstor Kirchner...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR