Cristina salvó a Fábrega y apartó a Scioli

, presidente del , estuvo el jueves muy cerca de abandonar el crucial cargo que ocupa. No era una decisión suya, sino Daniel Scioli deberá atravesar algunos meses de frío polar en su relación con la Presidenta. Ella no lo quiere tan temprano como el candidato ineludible del kirchnerismo y, para peor, el gobernador profundizó con algunos gestos (uno, sobre todo) su diferenciación con el estilo gobernante.A primera vista, parecen dos episodios aislados entre sí. No lo son, porque marcarán el camino que recorrerá la administración durante gran parte del tiempo que le queda. Inestabilidad económica, carencia de un candidato propio, revuelo en el peronismo ante la incertidumbre del poder y la certeza de que lo que ya pasó no se repetirá.Fábrega es el autor de políticas que permitieron a Cristina crecer entre 5 y 6 puntos en imagen positiva, según varias encuestas. Fue después de que un par de decisiones monetarias y frenaran, en parte, el alocado ritmo de la inflación de los primeros meses del año. Pero el presidente del Banco Central tiene un problema sin solución: en enero pasado tomó un sendero que lo aleja de Kicillof. El ministro de Economía acompañó a desgano las decisiones de Fábrega. Lo hizo sin convicción; se resignó sólo porque sintió entonces que la crisis del verano lo acorralaba a él también. Hasta enero habían convivido sabiendo que son distintos, pero unidos por un programa más o menos común.En los primeros días del año estallaron tres variables decisivas de la economía. Las reservas en dólares se iban en una hemorragia imparable; la inflación dio un nuevo respingo y el déficit fiscal no paraba de crecer. Fábrega aplicó los manuales ortodoxos de la economía; ordenó una devaluación y subió las tasas de interés hasta colocarlas cerca de la inflación anual prevista. ¿Actuó solo? Imposible. Fueron decisiones consultadas con la Presidenta, que estuvo de acuerdo. Sólo mandó decir que se cubrieran las apariencias. La devaluación fue, entonces, un intento golpista de los mercados para el discurso oficial. "Néstor giraba cinco metros antes de la pared y Cristina gira 30 centímetros antes, pero ningún Kirchner se estrella", explica un funcionario que los conoce.El precio de las decisiones de Fábrega era la retracción de la economía. Y el país está ahora en recesión. ¿Es culpa de Fábrega? No. Su desesperada política sirvió para bajar la fiebre y frenar la sangría. El Gobierno difundió entonces que Kicillof se encargaría de acordar una...

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