Cristina y Mauricio: ¿hacia un nuevo bipartidismo?

El bipartidismo es la forma superior del desarrollo político porque, gracias a él, dos partidos predominantes se alternan periódicamente en el poder según los humores del electorado. En los países políticamente desarrollados, el bipartidismo regula los latidos de la democracia. Cuando el partido en el poder sufre el desgaste que trae consigo la función de gobernar y el electorado se "enfría" respecto de él, el partido de oposición crece simétricamente porque le ha llegado su hora. Al sucederse uno al otro en virtud de la alternancia que los tiene a veces en el gobierno y a veces en el llano, los protagonistas del sistema bipartidario terminan por anudar las grandes "políticas de Estado" que van dibujando el destino de la nación; impiden así a la vez que algún presidente de ambición desmedida pretenda convertirse en "vitalicio" y hiera a la democracia.

A partir del Reino Unido y los Estados Unidos, las dos naciones anglosajonas que lo fundaron, el sistema bipartidario ha llegado a ser la marca inconfundible de las democracias de vanguardia. ¿Qué acaba de ocurrir, por ejemplo, en España? Que uno de sus dos grandes protagonistas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que comandaba José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de rodar por la barranca del desgaste, mientras que el otro gran protagonista, el Partido Popular (PP), accede al poder detrás de Mariano Rajoy.

Otro rasgo común de los sistemas bipartidarios es que, en tanto que uno de los dos partidos se inclina hacia la centroizquierda, el otro oscila hacia la centroderecha. Mientras la centroizquierda se caracteriza por enfatizar el papel del Estado en la economía y por obedecer a una estrategia distribucionista, la centroderecha apela al mercado y piensa en la inversión. Para tomar un solo ejemplo: los demócratas norteamericanos se ubican en la centroizquierda y los republicanos norteamericanos en la centroderecha. Ambas inclinaciones son, en definitiva, complementarias, porque los países requieren una dosis de Estado y otra dosis de mercado, un tiempo de distribución y otro de inversión.

Cabe anotar que a veces un "viejo bipartidismo" admite la aparición de un tercer partido como un paso intermedio en dirección de un "nuevo bipartidismo". Así pasa, por ejemplo, en Uruguay, donde el Frente Amplio ha venido a terciar con los tradicionales partidos colorado y blanco, a la espera de que alguno de éstos ceda su lugar a un bipartidismo frenteamplista-colorado o frenteamplista-blanco, en una...

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