Cristina, Macri y Diego, al rescate de Messi

Nunca imaginé que mi activa intervención en las redes sociales por el caso iba a tener tanto eco. No en las redes, sino en el propio Messi. ¡Me mandó un mail desde Rosario! Antes de abrirlo ya se me habían caído las medias. En los últimos años me han escrito varias celebridades: Francisco, Máxima, Cristina, Macri y hasta Obama, y no descarto recibir unas líneas de la madre Alba desde el convento/cajita feliz de General Rodríguez. Pero nunca Leo. Yo había tuiteado, a propósito de su renuncia, que somos un país raro, donde los buenos se van y los malos se quedan. Parece que eso lo impulsó a mailearme. Fueron unas pocas palabras de agradecimiento. Aprovechando ese contacto, me animé y lo llamé por teléfono. Quería decirle que alguien tan grande no merece irse por una puerta tan chica, en medio de la penumbra de un fracaso. Pero fracasé. Después de una charla de dos minutos se fue a practicar penales.

No me di por vencido. Desde que me enteré de que dejaba la selección no salgo de mi pasmo. Tenemos al mejor, al más grande, y lo perdemos. Me puse como loco y empecé a hacer locuras. La llamé a mi ex jefa Cristina y le dije: "Usted tiene que hacer algo por Messi, y lo primero es encontrarle un lugar de descanso espectacular, único, en el que pueda relajarse sin ser molestado por nadie. ¿No quiere invitarlo a alguno de sus hoteles? Digo, a uno que no vaya a ser allanado. O, de última, a un refugio subterráneo VIP by Austral Construcciones, cómodo, seguro, inhallable. También podríamos pedirle a De Vido que nos recomiende otro monasterio cinco estrellas. ¿Y si usted, como un mimo, lo homenajea con una cadena nacional para él solo? ¿Por qué no lo convence de hacer «la gran Cristina», esa jugada suya que consiste en no admitir ninguna derrota? ¿Máximo estará dispuesto a dejarse ganar un partido en la Play? Seguramente usted debe tener a mano un especialista en borrar huellas, cosa de que le quiten la culpa que le quedó por el penal errado. O un experto en lavado..., en lavado de cabezas, que lo resetee y lo convierta en un jugador de mayor temple. ¿Boudou no se animará a hablarle del poder terapéutico de la sonrisa? ¿Y si Scioli le transmite toda su fe y alegría? ¿Y si le pedimos colaboración a Aníbal, y Aníbal se reviste de La Morsa, y La Morsa lo conecta con alguna red que lo ayude a ocultarse?"

Pobre señora, está en otra. Las balas de la Justicia le silban cada vez más cerca y se pasa el día entero pensando estrategias de defensa, es decir, si va a...

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