Cristina Kirchner, como Putin, en una encerrona sin salida

Cristina Kirchner y Alberto Fernández

Alberto Fernández debió soportar una catarata de burlas cuando prometió comenzar la guerra contra la inflación a partir del viernes . ¿Por qué no antes? En el contexto actual, ¿conviene agregar guerras? Trivialidades. Al fijar la fecha, hablaba su inconsciente. Hasta el viernes la única batalla importante es la que libra contra Cristina Kirchner, en el Senado , para conseguir la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El Presidente y sus principales colaboradores están comprometidos en colonizar la bancada oficialista, que hasta ahora profesaba una obediencia monolítica a la vicepresidenta. Anoche se ufanaban de haber alineado a 24 senadores. A la señora de Kirchner la seguirían sólo 11. Entre esos 11 no estaría José Mayans , el presidente de bloque. Aclaran desde Formosa: "No es que Gildo (Insfrán) le haya dado la orden. José tiene ideas propias". Demasiadas novedades.

Después del combate del Senado llegará el de la inflación. Es una forma caprichosa de periodizar la beligerancia oficialista. En rigor, se trata de un solo conflicto. Porque el eje que separa a Alberto Fernández de Cristina Kirchner pasa por el comportamiento de los precios . Ambos tienen pronósticos distintos sobre la capacidad del Gobierno para reducir la inflación . Es decir, difieren respecto de la posibilidad de que en los próximos 16 meses haya una mejora sensible del poder adquisitivo del salario. Es una divergencia acerca del resultado electoral. El Presidente considera que el programa pactado con el Fondo podría estabilizar la economía. Por eso se postula para la reelección. La vicepresidenta, en cambio, cree que esa empresa está perdida. Que, al cabo de una cadena de ajustes infructuosos, el Frente de Todos está condenado, en 2023, a pasar a la oposición . ¿Para qué, entonces, acompañar ese calvario? Mejor diferenciarse desde ahora. La inflación es la clave de la interna oficialista.

En esta perspectiva adquiere todo su dramatismo que el índice de precios haya llegado a 4,7%. Y más todavía que el de alimentos y bebidas esté en 7,5%. Son cifras que desmoronan toda la aritmética pactada con el Fondo, porque suponen que las metas deben ser alcanzadas desde un punto de partida mucho más dificultoso. No es el único desafío. Dos economistas moderados, como Martín Rapetti y Diego Bossio , elaboraron en su consultora Equilibra un análisis demoledor del acuerdo que se está por aprobar en el Senado. Demuestran allí que, e n medio de la tormenta que se desató desde Rusia, los propósitos de ese programa son inalcanzables . Por ejemplo: el aumento del precio de los combustibles afectará de tal manera a las reservas del Banco Central que...

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