Cristina Kirchner: del infame trapo rojo al 'Patria o muerte'

El editorial de Carlos Pagni, en Odisea, por LN+

La represión en Cuba es un problema para toda la izquierda latinoamericana porque genera una enorme incomodidad. Hay una incomodidad frente a Venezuela y a lo que pasa en Nicaragua, donde el régimen de Daniel Ortega eliminó, por medio de la prisión, a todos sus competidores en las elecciones de noviembre. Sin embargo, Cuba es otra cosa: es una especie de tierra prometida y modelo de todo lo que ha pasado con la izquierda en la región desde el año 59, que es cuando se produjo la revolución cubana.

Pronunciarse frente a violaciones de derechos humanos en Cuba plantea una enorme contradicción en todos los movimientos de izquierda, algo que estamos viendo en las contorsiones que tiene que hacer frente a lo que pasa en la isla, por ejemplo; Lula da Silva, en Brasil; el Partido Comunista, en Chile; o el kirchnerismo, en la Argentina.

El Poder Ejecutivo argentino no se había pronunciado. Sin embargo, en los últimos días conocimos un mensaje sobre esta cuestión de parte de un grupo de legisladores de la Cámara de Diputados. Esto es importante por las personas que participan:

Eduardo Valdés, el presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara. Fue diplomático en la gestión de Néstor Kirchner e, inclusive, tuvo un "percance" en su carrera y fue desplazado de la Cancillería por la defensa que ejerció de una víctima del régimen cubano, Hilda Molina.

Carlos Heller, otro diputado muy relevante porque preside la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Se lo tilda de comunista, aunque no lo sea: él es de una familia muy ligada a ese partido y estuvo siempre muy vinculado a él por el movimiento cooperativo, pero, probablemente, tenga la viveza de no ser afiliado comunista, como tampoco es peronista. De hecho, dicen que una vez Néstor le dijo: ‘No vas a ser tan tonto de afiliarte’. Hay una capitalización de la diferencia.

José Luis Gioja, un dirigente sanjuanino muy importante del peronismo. Fue el presidente del Justicialismo hasta hace poco tiempo, cuando lo reemplazó en el cargo Alberto Fernández.

Los tres participaron de una reunión internacional de apoyo a la dictadura cubana, mandaron un saludo (según Heller, en representación de todo el bloque kirchnerista) y concluyeron el mensaje con la consigna "Patria o muerte", que es la frase con la que Fidel Castro finalizaba sus discursos a partir de la década de los 60: una especie de consigna de la revolución.

Es todo un problema el que plantea la represión en estas dictaduras. ¿Por qué? Desde el siglo XVIII, la civilización occidental ha avanzado en la expansión del concepto de Derechos Humanos, algo sencillo de entender: son derechos que nos caben por el solo hecho de ser humanos, independientemente de cualquier otro adjetivo. Generan entonces cierta incomodidad porque nos obligan a defender derechos de personas que nos pueden resultar extraordinariamente desagradables (como violadores, represores y criminales de lesa humanidad).

En Occidente, la civilización ha determinado que aún esas personas repudiables tienen un piso de derechos por el solo hecho de ser humanos. Esto conduce a una curiosidad: por definición, estos derechos son universales y no se puede ser selectivo ante ellos. No hay dictaduras buenas y dictaduras malas, aunque sean conducidas por amigos.

Esa universalidad impactó técnicamente en el mundo del Derecho, con la creación de algo que se llama "jurisdicción universal", que es lo que llevó -por ejemplo- a que Pinochet cayera preso en Londres o a que el juez español Baltasar Garzón juzgara a Alfredo Scilingo, militar represor argentino. La idea es que, frente a la penalización de crímenes que violan los Derechos Humanos, cede la noción de soberanía nacional. Esa es una de las causas por las que la Argentina incorporó tratados internacionales...

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