Cristina con el joystick del fin de ciclo

Los kirchneristas se irritan con la expresión "fin de ciclo". Es una paradoja, porque la estrategia que subyace a la oferta electoral diseñada por Cristina Kirchner garantiza un fin de ciclo. Es accesorio que ella consiga o no los objetivos que persigue con esa arquitectura. Cualquiera sea el desenlace de su aventura, la política estará sometida a una dinámica distinta a la que prevaleció en la última década. Muchas categorías con las que se ha venido interpretando el proceso público deberán ser abandonadas. Habrá nuevos actores, nuevas reglas y un nuevo balance de poder. Cualquiera sea el resultado electoral, la vida pública estará reconfigurada en su estructura.

Una de las novedades es que el kirchnerismo migrará hacia el Congreso. Allí van a estar Máximo Kirchner y sus cofrades de La Cámpora. Y allí aspira a estar Carlos Zannini. Ellos ensayaran una revalorización del Poder Legislativo por meras razones de autoestima. Será una nueva exhibición de su plasticidad: la agrupación que les hizo conocer a los argentinos los extremos de cesarismo que se pueden alcanzar en democracia defenderá las virtudes de la descentralización parlamentaria. La iniciativa política del kirchnerismo pasará a las cámaras.

Es difícil predecir las consecuencias de este desplazamiento de la iniciativa política del kirchnerismo desde la Casa Rosada hacia las cámaras. La potencia política del grupo disminuirá si se impone Mauricio Macri u otro candidato opositor. Si condujera su partido a la derrota, la señora de Kirchner deberá prepararse para un duro cuestionamiento interno, encabezado por los oportunistas de siempre, que repetirán el clásico "esto no fue peronismo". En la oposición, el PJ podría verse fragmentado por el debate interno. La crisis se proyectaría sobre los bloques parlamentarios y sería el principal factor de gobernabilidad de una administración no peronista. El poder con el que sueña la Presidenta quedaría disminuido.

En cambio, si triunfara Scioli, el kirchnerismo legislativo estaría más capacitado para condicionar al Poder Ejecutivo. Entre otras razones, porque controlaría la vicepresidencia con Zannini. La presencia de Zannini en el primer escalón de la línea sucesoria ha desatado infinidad de fantasías, muchas de ellas erróneas. Por ejemplo, la suposición de que el secretario legal y técnico sería el cabecilla de un golpe contra Scioli. La alocada secuencia incluiría la renuncia del propio Zannini, para abrir la puerta a un proceso electoral a...

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