El crimen de Nora Dalmasso. Una investigación que dejó al desnudo la intimidad de la víctima, pero nunca se acercó a la verdad

El fiscal pidió absolver al viudo por el femicidio de Dalmasso y a 15 años el crimen queda impune

El bioquímico Daniel Zabala, que el primer día levantó de la escena del crimen rastros que, según su análisis, resultaron ser restos de semen de "linaje Macarrón", dijo que el hecho de que la fiscalía hubiese desestimado la prueba genética iba a ser "una mancha" para el Poder Judicial de Córdoba. Sin entrar en la cuestión técnica ni desempatar entre el perito y los intérpretes de los indicios del expediente, aquella información contiene una verdad incontrastable: el caso Dalmasso será una mancha indeleble para la Justicia.

Quince años y ocho meses después, con el final del juicio y el cierre definitivo del caso, quedó totalmente expuesta la farsa en la que se convirtió esta investigación. Con hipótesis contrapuestas, con pruebas acomodadas en uno u otro sentido -o, a veces, desechadas sin explicaciones plausibles- según la teoría prevaleciente en cada momento de la pesquisa; con presiones mediáticas y políticas, intentos de salidas fáciles para atender el clamor popular y extrañas contorsiones para acomodar al viudo en la trama del hecho.

El caótico derrotero de la investigación atendió permanentemente la demanda morbosa del periodismo sensacionalista. Alimentó versiones que pusieron en el foco al poder político y económico de la época en Córdoba y expuso rumores sobre los poderosos contactos que, por encima y por debajo de la superficie de la exposición pública, navegan de un lado a otro con capacidad para torcer voluntades.

En su endeblez de pruebas sólidas e indicios verosímiles, la pesquisa puso al desnudo la intimidad de la víctima. Con la excusa de la búsqueda de un móvil para el crimen, la vida privada de Nora Dalmasso quedó impúdicamente expuesta. Y esa afrenta ni siquiera fue un medio para que la Justicia se acercara a la verdad. Al contrario: solo sirvió para criminalizar a la víctima. Sexo, política, dinero eran los ingredientes de una poción irresistible para la opinión pública y, al mismo tiempo, un veneno de acción lenta, pero eficaz, para el destino de la causa.

Conviene repasar el curso del proceso, desde los frenéticos primeros días posteriores al crimen hasta la languidez del final casi anunciado, sin asesino a la vista, sin justicia para la memoria de la víctima. Hubo casi tantas teorías del crimen como fiscales tuvieron en sus manos los destinos de la instrucción. Hubo imputados que coexistieron, pero como protagonistas de...

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