Los 'criaditos': en Paraguay, esclavos domésticos en pleno siglo XXI

ASUNCIÓN.-"Santo Padre, de chico fui explotado y maltratado", contó con la voz quebrada Manuel de los Santos Aguilar, de 18 años, al Papa, en la costanera de Asunción, el 12 de julio pasado. Pero no dio mayores precisiones sobre su vivencia antes de fundirse en un abrazo con Francisco.

En 2007, Manuel tenía apenas 10 años y era un morocho bajito de cuerpo pequeño cuando sus padres lo entregaron a una familia conocida que lo llevó de un campo en Villa del Rosario, en el interior de Paraguay, a una chacra en las afueras de Asunción, a 230 kilómetros de su casa. La idea era que esa familia le ofrecería mejor calidad de vida y podría pagarle los costos de ir a una escuela primaria, algo que sus padres ya no estaban en condiciones de afrontar debido a que Manuel había llegado a quinto grado. Pero apenas pisó su nuevo hogar, lo encerraron solo en un galpón junto a la vivienda principal. Y a partir de entonces la dueña de casa empezó a despertarlo todos los días a las 2 de la mañana para hacerlo ordeñar las vacas y atender el campo. Luego le ordenaban preparar el desayuno de la familia, hacer la limpieza de la casa, el lavado de la ropa y ocuparse del resto de las comidas. Así hasta las 9 de la noche, cuando lo mandaban a dormir.

Las veces que se animó a reclamar que cumplieran la promesa de permitirle ir a la escuela, recibió palizas tremendas, incluso con palos, que le dejaron marcas. "¡Vos, negrito, viniste acá a trabajar!", le gritaban, recordó Manuel en una entrevista con LA NACION.

Según estadísticas oficiales, la realidad de Manuel es la del 2,5% de los chicos menores paraguayos de entre 5 y 17 años convertidos en lo que se conoce como "criaditos". Son unos 50.000 chicos de hasta 5 años entregados por su familia, generalmente campesina, a gente de mejor posición para aliviar la carga familiar y con la esperanza de asegurarles la escolaridad. Lo cierto es que la gran mayoría de los "criaditos" viven en condiciones indignas, son abrumados con las tareas domésticas y, finalmente, no tienen oportunidad de ir a la escuela.

Llamativamente en pleno siglo XXI, el criadazgo no es una institución exclusiva de Paraguay. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), que tiene un programa para la erradicación del trabajo infantil (IPEC), estima que en el mundo hay unos 15 millones de chicos en esta condición. El coordinador del programa de IPEC para Paraguay, Bernardo Puente, explicó a LA NACION: "Hay que decir la verdad. Los «criaditos» de Paraguay, los «ahijados» en Perú o los «restavek» de Haití no son chicos traídos del campo a la ciudad por caridad o solidaridad con su familia de origen. La gente que los trae lo hace porque no quiere pagar una empleada doméstica. Por eso no les interesa que vayan a la escuela", explicó el funcionario de la OIT.

El criadazgo encuentra su caldo de cultivo en regiones con pocas posibilidades de ascenso social y gran inequidad. Paraguay es en efecto el único país de la región donde, pese a los tiempos de bonanza para las commodities que le permitieron crecer a un ritmo...

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