Creó un negocio low cost en plena crisis económica y hoy es la cuarta cadena de helados más grande del mundo

Sebastián Santiago, dueño de las heladerías Grido

Sebastián Santiago es la tercera generación familiar en el rubro heladero. Su abuelo tuvo la distribución de los helados Laponia y su padre acompañó el proyecto hasta que abrió su propia heladería artesanal en Alto Alberdi, un barrio de Córdoba . En el año 2000, en medio de la crisis económica, la familia vio una oportunidad de hacer crecer el rubro y salió a franquiciar el modelo de negocio de heladería low cost bajo el nombre de Grido.

"En ese momento vimos que podíamos usar la experiencia de mi padre para replicar un modelo que creíamos que iba a seguir floreciendo, más allá de la crisis, porque la gente iba a seguir dándose un gustito. En 2000 abrimos las primeras cinco heladerías, que estaban a cargo de quienes habían sido nuestros empleados. Nosotros hacíamos la primera inversión, que en ese momento eran US$5000 para abrir un negocio chiquito de barrio", dice Santiago.

"Lo que hoy llamamos franquicias low cost era un negocio de autoempleo. En ese momento había muchos despidos, muchas empresas cerraban y la gente tenía una indemnización, pero no sabía en qué emprender . Una vez que vimos que el negocio de heladería de barrio funcionaba y salimos a franquiciar", cuenta.

Grido tiene actualmente 2000 franquicias distribuidas en cinco países

La familia producía los helados en la fábrica ubicada dentro de la heladería artesanal de Alto Alberdi, que tenía 10 metros por cinco. "Cuando empezamos con la idea de abrir heladerías en los barrios, usamos la misma capacidad instalada que teníamos, pero producíamos durante más tiempo. Las ganancias que teníamos las íbamos reinvirtiendo ", dice.

En 2002 ocurrió la salida de la convertibilidad y el surgimiento de bonos que actuaban como nuevas monedas, como las Lecop en Córdoba, pero la empresa logró pasar la crisis sin grandes problemas. "Con trabajo, dedicación y una visión clara de a dónde queríamos ir, las crisis se superan", comenta.

Para Sebastián Santiago, el potencial del negocio se veía en el bajo consumo de helado que había en ese entonces. En el año 2000, en la Argentina se consumían 3 kg de helado por habitante por año, cuando en otros países eran entre 20 y 30 kg . "Vimos que la oportunidad estaba ahí, que teníamos que impulsar el consumo. En esa época estaba también el auge de los supermercados, que eran los mayores vendedores de helados. Nosotros entendíamos que eso no podía ser y que debíamos incentivar el consumo a través de las...

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