Cosas, no chicanas

Nuestro carácter latino, latino del Lacio, nos proporciona a la vez una perspectiva milenaria y una sana desobediencia frente a los abusos del poder. El adjetivo está desprestigiado ahora, por un relato esquinado y por completo ficticio. Pero hace 20 siglos ya teníamos el derecho y los acueductos. Y la política.

Todavía resuena el demoledor " Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra ?", de Cicerón. "¿Hasta cuándo vas a abusar de nuestra paciencia, Catilina?", le lanzó en el Senado el filósofo romano al conspirador, 63 años antes de Cristo. Así, sin anestesia. Tenemos un kilometraje elocuente y somos expertos en latiguillos y chicanas, en la rosca, la réplica y el retruécano. Basta leer cinco minutos los inigualables epigramas...

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