Corrupción como política de Estado (I)

Nuestra historia contemporánea ha estado jalonada por hechos de corrupción, tan frecuentes y escandalosos, que los más recientes hacen olvidar los más distantes. Apenas se recuerdan, tras la bruma de los años, los pollos de Mazzorín, las cajas PAN, la leche contaminada, los guardapolvos de Bauzá y la valija de Amira Yoma. El Yomagate y el Swiftgate. La pista de Anillaco y la Ferrari Testarossa. Y a un nivel más grave, el tráfico de armas, la impresión de DNI, el caso IBM-Banco Nación y los enjuagues del "simple cartero" Alfredo Yabrán, para quien poder era sinónimo de impunidad.

Varias veces la corrupción fue asociada a muertes sospechosas. El brigadier Rodolfo Echegoyen, "suicidado" en la Aduana; el intermediario Marcelo Cattáneo, ahorcado frente a Ciudad Universitaria; el marino Horacio Estrada, muerto de un tiro en la sien en su casa; la ex secretaria Lourdes Di Natale, lanzada al "aire y luz" de su departamento; el helicóptero del general Juan Carlos Andreoli, caído en el campo de polo; la voladura criminal de Río Tercero; el asesinato de José Luis Cabezas y el misterioso fin de Yabrán. Hitos de una dramática secuencia que contribuyó a ablandar la conciencia moral de los argentinos.

Pero todo puede ser peor. Durante el período kirchnerista, la corrupción dejó de ser una suma de hechos patológicos y aislados para convertirse en la razón última de un programa de gobierno. No solamente continuaron las valijas y los bolsos, los sobreprecios y retornos, la manipulación de permisos, subsidios, excepciones y concesiones. Sin ningún pudor y confirmando la promesa de "ir por todo", el kirchnerismo ha sometido el aparato estatal al plan de apoderarse de lo colectivo mediante esquemas complejos, aunque torpes, basados en la confianza que otorga la impunidad. Sociedades y prestanombres para quedarse con la impresión de moneda; normas ad hoc para emular a Las Vegas en el Hipódromo de Palermo; licitaciones amañadas para los socios del poder; fideicomisos y universidades para contratar por fuera de la normativa legal; habitaciones sin pasajeros para derivar fondos espurios a los hoteles familiares.

Nunca antes se alteró todo el sistema institucional para viabilizar un esquema de dominación crematística, sin otro proyecto que el provecho privado de los recursos del Estado.

El romántico Jean-Jacques Rousseau no hubiera imaginado que su teoría de la "voluntad general", expresada en el voto mayoritario, daría sustento teórico al kirchnerismo para eliminar...

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