La corrupción no perdonó ni a la Iglesia

La constante aparición de denuncias sobre graves hechos de corrupción que atañen a miembros del anterior gobierno pone en evidencia el enorme daño provocado a la salud de numerosas instituciones de nuestro país. Lamentablemente, también dentro de la Iglesia Católica ha habido algunos exponentes que no han sido ajenos a esta situación.

Convendría no olvidar que el escándalo de los bolsos de dinero que intentó ocultar -en un convento de General Rodríguez- José López, ex secretario de Obras Públicas de la gestión kirchnerista, planteó un vínculo que encuentra en la historia tristes y sombríos antecedentes. Uno de ellos, el más notorio y criticado por su inescrupuloso accionar, es el del ex embajador Esteban Caselli.

Entre los años 1973 y 1976, siendo todavía un desconocido asesor en las provincias de Buenos Aires y La Rioja, logró entablar una fuerte relación con Carlos Saúl Menem. Fue, sin duda, el comienzo de una conexión que le permitió ir ganando posiciones. Nombrado asesor de Eduardo Bauzá, participó en la intervención de la empresa Somisa; más tarde recaló en la Subsecretaría General de la Presidencia y, en forma paralela, supo tejer relaciones, siempre poco transparentes, tanto con obispos argentinos como con cardenales romanos. No pocas de esas alianzas fueron aceitadas con fondos financiados por aportes del Tesoro Nacional manejados discrecionalmente.

Aunque su función como embajador en el Vaticano fue relativamente breve (1997 a 1999), "Cacho" Caselli consiguió luego mantener su gravitación desde la que, con acierto, se bautizó como "la embajada paralela" a su cargo. No pocos obispos argentinos, y en especial el entonces arzobispo Jorge Bergoglio, históricamente enfrentado con él, manifestaron repetidas veces su desacuerdo con la intromisión que ejercían en Roma personeros como Caselli, de estrecha relación con el entonces secretario de Estado vaticano, cardenal Angelo Sodano, quien lo nombró "gentilhombre" del Papa. Más de una vez se le asignó al embajador argentino influencia en la designación de obispos en la Iglesia local, intervenciones que molestaron a Bergoglio, según lo hizo saber él mismo ante la Santa Sede.

Durante las presidencias de Eduardo Duhalde, Fernando de la Rúa y Néstor Kirchner, su poder y vinculaciones le permitieron continuar ligado con actos sospechados de corrupción que se extendían desde el tráfico de armas hasta la expulsión de obispos defensores del derecho a la vida, dando lugar a una nueva escalada de la...

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