Corridas de toros. Crónica de una tradición perdida en Buenos Aires

Cuando uno habla de "pasión de multitudes" lo primero que se le viene a la mente es fútbol y millones de hinchas que todos los días palpitan y viven cada partido como si fuera el último. Sin embargo, hace no tanto tiempo, existió otra muy popular que despertaba igual fervor: las corridas de toros.Aunque hoy la actividad se encuentra casi extinta, existió una época en la que hombres y mujeres presenciaban a los toreros batirse a duelo con poderosas bestias. Aplausos y vitoreo llenaban la plaza cuando un hábil torero escapaba a la muerte por unos pocos centímetros. Horror y pena asaltaban a los concurrentes cuando el toro triunfaba en el duelo.Mientras que enLa primera corrida de la que se tiene noticia ocurrió en 1609 en la actual Plaza de Mayo. Tan pobre era la ciudad, que el Cabildo mandó a los vecinos a que cortaran las malezas, emparejaran el terreno y proveyeran las maderas para armar las gradas.Una corrida típica de aquel entonces se estructuraba en dos etapas. Por la mañana, cualquiera podía entrar a batirse con el toro. Algunas veces el Cabildo contrataba profesionales, aunque estos individuos todavía no tenían el mismo estatus que ganarían con el tiempo.En ningún caso se podía dar muerte al animal sin autorización.Por la tarde, les tocaba el turno aEsta división, que reservaba el sitial de honor para los más nobles, recibió un duro golpe en 1700 con la llegada deA partir de ese momento, el trabajo de torero quedó reservado para personas de bajos recursos, que veían en las corridas una oportunidad de mejorar su condición.Hasta mediados del siglo XVIII, las corridas de toros se realizaban, principalmente, durante la fiesta deLa falta de respuesta causó que se multiplicaran las corridas de toros clandestinas, en baldíos alejados del centro o en terrenos privados. La práctica era muy popular y atraía tanto a los miembros de la "baja sociedad" como a algunos individuos distinguidos, que muy fácilmente podían aportar varios toros y armar corridas en sus casas.Ante esta situación,Se decidió construirla en un terreno enLamentablemente, la plaza que se construyó resultó ser muy mala. Estaba demasiado cerca de la ciudad, era demasiado pequeña y el lugar elegido despertó la ira de los vecinos, que originalmente habían donado el terreno para mercado.¿Por qué el virrey aprobó un proyecto deficiente? Al parecer, todo se desató en la gran corrida de 1789, cuando las damas de la alta sociedad reclamaron ocupar un sitial de honor, junto a la...

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