Coronavirus: Por qué la 'asignación de la última cama' es un falso dilema

Los sistemas sanitarios están saturados en distintos puntos del país

Durante el último año hemos vivido el suceso tal vez más triste del siglo XXI. Salud, economía, educación y libertades individuales se han mermado de una forma pocas veces vista en tiempos de paz. Un virus tomó por sorpresa a la humanidad y advirtió desaciertos en los niveles más altos de la toma de decisiones.

La salud, como bien común, se ha afectado en todas sus dimensiones. Cuidarla demanda recursos costosos, escasos y agotables, y la insuficiencia pone en jaque a los sistemas sanitarios que viven horas dramáticas al momento de ofrecer a los pacientes lo poco disponible; particularmente, cuando se trata de cuidados especializados como la atención médica en áreas críticas.

La Argentina, como otros países, ha respondido a la escasez con altibajos. Aisló precoz y acertadamente su población para aplanar la curva y evitar el colapso del sistema, pero esta medida de shock al prolongarse en el tiempo perdió adherencia, o sea, legitimidad. Sin embargo, me gustaría hacer punto en un aspecto organizativo con el que se pretende hacer frente a la escasez. Me refiero a la resolución del dilema de la "última cama".

Más que un dilema, la asignación de la última cama es un falso dilema : una falacia argumentativa que afirma de manera disyuntiva que solo una opción es válida por sobre las demás. Al excluir otras alternativas viables, la elección se reduce y la realidad se distorsiona debido a la simplificación.

En el verdadero dilema, el agente moral está en condiciones de elegir, aunque no podrá decidirse por más de una opción al mismo momento. Pero, ¿de cuál agente moral estamos hablando? ¿Del médico que está asistiendo pacientes en una sala de emergencias o del tomador de decisiones que estaba llamado a planificar siguiendo el compromiso ético adquirido desde los inicios de la pandemia?

En cuanto al primero, vale recordar que el equipo de salud está formado para ofrecer medios, mas no para escatimarlos y ya trabaja bajo distrés moral por la brecha entre lo que el juicio profesional indica hacer y lo que el sistema de salud permite hacer; hecho que presagia las alteraciones de la salud mental que está padeciendo. A estos profesionales no podemos exigirles más de lo que están dando.

En cuanto al segundo, los tomadores de decisiones -sean parte del Estado o particulares- han dispuesto de tiempo para elaborar planes de contingencia, redactar guías de orientación...

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