Coquetear con el default, la riesgosa apuesta de Alberto

Alberto Fernández fijó sus propias limitaciones al frente del Poder Ejecutivo bastante antes de ser ungido candidato presidencial. Lo hizo cuando explicitó que el peronismo no podría ganar las elecciones con Cristina Kirchner sola, pero que sin ella tampoco llegaría muy lejos. Hoy, acosado por el dilema acerca de quién tiene el poder real, el primer mandatario se esmera en convertir esa debilidad de origen en una fortaleza a la hora de renegociar la deuda pública con sus acreedores.

Coquetear con un nuevo default de la Argentina puede equivaler a jugar con fuego. Pero a juicio de ciertos hombres del Gobierno es la mejor táctica para negociar desde una posición de fuerza con el FMI y los bonistas.

En La Habana, mientras presentaba su libro Sinceramente ante la atenta mirada de las autoridades castristas, Cristina pareció romper un pacto implícito con su compañero de fórmula, según el cual la influencia de la vicepresidenta no alcanzaría a cuestiones sensibles de la administración albertista, tales como la negociación de la deuda o la relación con el FMI.

La expresidenta comenzó a dar lecciones públicas de cómo negociar con el organismo financiero internacional. Sugirió que este debía aceptar una quita sobre el megapréstamo concedido a la Argentina en 2018, algo que el estatuto del Fondo Monetario no contempla. Señaló incluso que fue nuestro gran prestamista de última instancia el que rompió sus propias reglas al avalar con su crédito una fuga de capitales en el país.

Cristina habla de quitas a la deuda con el FMI. Pero olvida que, allá por enero de 2006, Néstor Kirchner le canceló a ese organismo, en un solo pago y con reservas del Banco Central, la totalidad de la deuda por 9800 millones de dólares. Canceló sin chistar una deuda pactada a una tasa de interés inferior al 5% anual y, casi de inmediato, el Estado argentino contrajo préstamos de la Venezuela chavista a tasas del 15 por ciento.

Se suponía que la interferencia de Cristina en el manejo de la deuda no debió caerle bien a Alberto. Sin embargo, el Presidente, paradójicamente, avaló sus declaraciones y dijo que eran "muy pertinentes". Es cierto que el jefe del Estado no está dispuesto a poner en jaque a la coalición gobernante y está persuadido de que una pelea con Cristina sería contraproducente. Pero detrás del respaldo presidencial a los polémicos dichos de la vicepresidenta también puede leerse un flirteo con el default que sería parte de la estrategia de negociación con los...

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