La construcción en madera potencia la cadena forestal

Como una carambola de billar a tres bandas: la construcción de viviendas en madera forestada favorece tanto la producción traccionando la demanda, como el mejoramiento de la calidad de vida de la gente, y genera mano de obra y valor agregado.

¿Hay ventajas? La respuesta es concluyente: con lo que cuesta construir dos casas de material, se levantan tres de madera de iguales dimensiones y prestaciones, y con el tiempo que demanda edificar una de material, se terminan cuatro en eucaliptus y pino.

Será por eso que de los diez países con más alto estándar de vida en el mundo, en ocho viven en casas de madera, como lo indica el ranking elaborado por las Naciones Unidas. En esa línea están a la cabeza Noruega, Canadá, pero también se destacan Australia, Nueva Zelanda y los Estados Unidos.

En cambio, en la Argentina, con un amplio déficit habitacional y con suficiente oferta de madera, esta cultura aún no prendió. Sólo el caso aislado de Misiones, en donde ya se ha instrumentado la construcción de viviendas sociales.

El recurso existe. En Entre Ríos, una de las principales provincias del país dedicada a la forestación, se producen anualmente 500.000 metros cúbicos de madera. Hay 220 aserraderos que industrializan eucaliptus. Pero también se puede utilizar pino, que es la madera que más abunda en la Argentina.

"Una vivienda para una familia tipo de clase media, suponiendo unos 60 metros cuadrados cubiertos, emplea 10 metros cúbicos de eucaliptos. Quiere decir que sólo con la producción de Entre Ríos se podrían construir 50.000 casas, y para el déficit habitacional que hay en la Argentina, que está entre dos y tres millones de viviendas, no es un dato menor", dijo a LA NACION el ingeniero forestal Martín Sánchez Acosta, responsable de tecnología en madera del INTA Concordia, Entre Ríos.

Desde hace varios años, el INTA Concordia viene trabajando en el diseño de este tipo de casas. Viene con un bagage instructivo de la Universidad Tecnológica Nacional de Concepción del Uruguay y ya cuenta con el Certificado de Aptitud Técnica (CTA), que extiende la Subsecretaría de Vivienda de la Nación. Tiene, además, el know-how que adoptó tras capacitarse en el Emoicq, sigla en francés de la École des Métiers et Occupations de l'Industrie de la Constructions de Quebec, Canadá, cuyos profesionales son especialistas líderes en este tipo de actividad y en un país donde el 90% de las viviendas son de madera, con construcciones de hasta seis pisos.

Así fue como en...

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