El conspirador: la historia y el presente

Los hechos: Abraham Lincoln recibió un balazo por la espalda mientras presenciaba una obra teatral en la noche del 11 de abril de 1865. El 16° presidente de Estados Unidos murió la mañana siguiente, tras una agonía de nueve horas, y se convirtió en el primero de los cuatro mandatarios de ese país que fueron asesinados durante el ejercicio de sus funciones. De allí en adelante, el magnicidio marcaría la historia política estadounidense y otros nueve presidentes sobrevivirían a tales intentos.Uno de los estrenos de mañana - El conspirador,dirigido por Robert Redford - se ocupa de lo que ocurrió luego de aquella tragedia inaugural: la caza del asesino ?un renombrado actor de la época llamado John Wilkes Booth, que murió pocos días después a manos de una patrulla militar? y el proceso que se siguió contra sus supuestos secuaces, integrantes de un grupo que planeaba algún tipo de acción directa contra Lincoln. Querían torcer el rumbo de una gestión que había erradicado la trata de esclavos y acababa de triunfar al frente de las fuerzas de la Unión en la sangrienta guerra civil disparada por ese mismo motivo en 1861.El juicio: si el asesinato de Lincoln es uno de los hechos más conocidos de toda la historia de Estados Unidos, poco y nada se sabe del juicio oral que tuvo como principal acusada a Mary Surratt, madre de uno de los acusados de conspirar contra Lincoln y, a la vez, propietaria de la casa de huéspedes en donde el grupo se reunía. "En esos días desaparecieron el hábeas corpus y cualquier tipo de garantía judicial. El gobierno norteamericano pedía sangre por encima de cualquier libertad", explicaba Redford al diario español El País, que salió en busca de las razones que llevaron nuevamente al actor y director, después de Leones por corderos, a ocuparse de temas políticos de su país y, de paso, recuperar desde el fondo de la historia uno de los aspectos más utilizados por el cine norteamericano para hablar de sus propias miserias políticas y morales: la recreación en pantalla de los juicios orales.Los dichos de Redford permiten de inmediato inferir conexiones visibles con lo ocurrido durante la administración de George W. Bush y algunos aspectos muy controvertidos de su política contra el terrorismo. "Déjeme que no sea yo quien lo diga. La historia está ahí, usted la ha visto, el espectador inteligente sacará sus conclusiones. Sí me gustaría pensar que Lincoln, hombre ante todo de principios, no hubiera dejado que ocurriera tamaño atropello. Ser...

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