Condenado a seguir sufriendo

Un fiel reflejo de la actualidad de ambos. Desde el comienzo Tigre e Independiente hicieron lo imposible para aburrir a propios y a extraños en todo el partido. Carecieron de imaginación, se olvidaron de los conceptos más simples del fútbol y finalizaron sin abrir el marcador. El resultado fue la mejor síntesis del partido. El equipo de Rodolfo Arruabarrena se vio anulado por su ansiedad, pese a lo que podía suponerse por la necesidad de conseguir los tres puntos para evitar la Promoción y asegurarse la permanencia. Al equipo local le costó tener control, dentro de un desarrollo impreciso y con muchos pelotazos.En el primer tiempo Tigre creó una sola situación de riesgo: fue el remate de media distancia de Cristian Trombetta que exigió a Adrián Gabbarini. Pálido, nervioso, sin ideas, sin Denis Stracqualursi en el equipo titular y con errores en todas las líneas, no pudo superar al previsible y esquemático Independiente. Que se preocupó por atacar sólo de a ratos. De los primeros 45 minutos, los Rojos tuvieron cierto protagonismo en el final. Algo que, en realidad, logró través de centros cruzados. Fue cuando Roberto Battión y Facundo Parra no pudieron conectar un envío de Lucas Villafañez.La indiferencia que envolvió a la primera parte siguió siendo el patrón de la segunda. Tanto que la buena posibilidad que tuvo Esteban González a los trece minutos ?desperdició un cabezazo por encima del travesaño? no sirvió para interrumpir el letargo.La ausencia de cambio de ritmo condicionó a los locales. Les restó repentización, y aunque siempre intentaron progresar como podían en la cancha, casi nunca le agregaron agresividad a su propuesta, salvo por un esporádico remate de Gastón Díaz.Independiente, ante tanta escasez de medios de su rival, fue dicho, sintió que valía la pena arriesgar algo más. Sin demasiadas luces, pero con una postura más agresiva, arrinconó por momentos a Tigre. Mantuvo la búsqueda del arco rival a través del juego aéreo y sostuvo el funcionamiento colectivo a partir de la solvencia de Leonel Galeano en la última línea. De no ser por la falta de...

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