Para concebir a Rosario, pasaron por 13 tratamientos de fertilidad

Cuando Andrea y Santiago ingresaron el sábado pasado en una clínica de fertilidad, en Bulnes y Tucumán, nadie pensaría que esa pareja tucumana estaba reincidiendo en el intento de lograr un embarazo. Y no se trata de cualquier reincidencia, sino la de la búsqueda de un segundo embarazo, después de 13 tratamientos en casi una década y que hicieron posible la llegada de la pequeña Rosario, que ya tiene casi dos años.Su llegada, resistió a todo, hasta una enfermedad rara que lo mantuvo a él sin poder caminar durante un año. Anécdotas es lo que le sobra a esta pareja, que pasó por los mismos altibajos de tantas otras, pero que hoy le saben poner mucho humor a situaciones tan privadas que a cualquiera le incomodaría mencionar. "Después de todo lo que pasamos, es un milagro haber tenido a Rosario. Fue probar, probar y probar... hasta que te dé la cabeza y el bolsillo, porque a veces tenés el dinero, pero no te da más la cabeza. Tuvimos que vender el departamento, suspender trabajos, carreras y pedirle ayuda a la familia", dice Santiago Colombres, de 38 años, abogado y licenciado en marketing."Ese tratamiento, el número 13, era el último para nosotros", recuerda Andrea Navarro, de 37 años, diseñadora y profesora de inglés. Y explica que durante los tratamientos de fertilidad le cambia la vida a una pareja. "El tratamiento pasa a ser una complicación, a imponer una agenda que dirigen los médicos", precisa.En esa agenda están cuándo hay que tener relaciones sexuales, cómo es la mejor forma de tenerlas, levantarse temprano para poder llevar ese día la muestra de semen que necesita el médico para fertilizar los óvulos más aptos o postergar actividades después de una llamada del especialista. "Todos estos años hice de todo, pero nunca pude trabajar en relación de dependencia porque, si no, no hubiese podido hacer los tratamientos. Cuando quedé embarazada, estaba estudiando arte en la Universidad de Tucumán y tuve que dejarlo porque quedé libre. Además, cerramos allá un local de ropa porque, de los dos, yo era la que más tiempo tenía que venir y quedarme en Buenos Aires. Era difícil", comenta Andrea.Cuando se casaron en 2002, en plena crisis económica, se recibieron y se propusieron organizar qué harían cada año. Una de las primeras tareas sería tener un hijo, pero eso demoró casi una década. Como les recomendó el ginecólogo en Tucumán, intentaron durante un año. Les hicieron estudios a los dos, de laboratorio y genéticos, y los resultados eran normales. Pasaron otros...

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