Compró, falló y se lo reemplazaron. La historia más delirante del semestre

Unos seis años de teclados en una sola imagen (y faltan un par); en el medio, el G513, con las teclas iluminadas solo a medias. Debajo, un HyperX, con buena iluminación, pero muy desgastado

Me han tocado vivir cosas raras en relación con la tecnología. Pero ninguna como esta. Empieza, este relato esperpéntico , con la compra de un teclado para mi computadora principal . Aunque ahora casi no se habla de otra cosa que de móviles, todo lo que se consume en el smartphone (desde la app del pronóstico meteorológico hasta un jueguito, desde Instagram hasta WhatsApp, una guía de películas de cine o, claro está, esta nota) se produce en una estación de trabajo . Salvo rarísimas excepciones de apuro en un aeropuerto durante una crisis internacional, cualquier conjunto grande de texto, instrucciones o datos en una planilla nacen de tipear en un teclado real, cómodo, robusto y más o menos pesado (para que no navegue por la mesa de trabajo mientras trabajamos). No es manía. Solamente de texto publicado, tipeo un millón y medio de caracteres por año en el diario. Esto no incluye la edición (que puede fácilmente cuadruplicar el total de caracteres de un artículo) ni la inacabable mensajería. Así que si vamos a hablar en serio, denme un buen teclado. Lo mismo les ocurre a los gamers , editores de música y de video , programadores , y sigue la lista.

¿Pero y la notebook? Sí, es verdad, hay quienes se sienten cómodos escribiendo en la notebook. No es mi caso. Por desgracia, mis destrezas como mecanógrafo son de una torpeza legendaria . Así que no solo el autocorrector me arregla cinco de cada cuatro palabras, sino que además mis requerimientos en relación con los teclados son absolutamente insoportables.

Y los rompo, claro. Me duran más o menos un año y medio, y adiós. Es simple. Tanto tipeo es demasiado para cualquier maquinaria. Cuando terminé Hackearán tu mente , me di cuenta de que las letras más usadas del español estaban por completo borradas en mi teclado, me dio mucha vergüenza y me compré un precioso HyperX , sólido como el Aconcagua y con una bonita retroiluminación. Tenía además un puerto USB (¿por qué no traen todos los teclados para PC un puerto de este tipo desde siempre?) . Amé. Algo ruidoso, pero fantástico. Al año y medio empezó a fallarle la V . Se escribía dos veces. Y, por supuesto, comenzaron a borrarse las letras. Ahí decidí cambiarlo por un Logitech , que siempre había sido la marca que elegía para mis teclados, y con ese modelo tuve...

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