De comprar votos en 2021 a vender humo en 2023

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La previa de la campaña electoral encuentra al kirchnerismo en el peor momento de sus 20 años de vida política a nivel nacional: con una inflación galopante que apunta a 130/150% anual; mayor pobreza; movilidad social descendente; reservas exhaustas en el Banco Central (BCRA); brecha cambiaria superior a 100%; magro crecimiento económico; éxodo de jóvenes profesionales; inseguridad, narcotráfico e impunidad; descrédito internacional y sin candidatos competitivos para ganar en primera vuelta la elección presidencial.

A pesar de este clima de fin de ciclo (o "game over"), Cristina Kirchner no se privó ante su núcleo duro de votantes movilizados el jueves en Plaza de Mayo de aferrarse a su clásico y engañoso discurso populista, además de atacar a la Corte y victimizarse por su situación judicial. Tras haberse autoexcluido como candidata y dejado abierta la interna del fragmentado Frente de Todos, sólo los militantes de La Cámpora -rentados o no- pueden creer que los dramas socioeconómicos que padece la Argentina no son responsabilidad kirchnerista. Y que el progreso futuro del país consistiría en volver al pasado irrepetible de bonanza económica del período 2003/2007 malgastada en los ocho años posteriores, pero ahora sin recursos ni programa y exclusivamente a base de voluntarismo.

El Estado "así de chiquitito" en 2003 descripto por CFK -y del que vivió a lo largo de toda su carrera política-, duplicó su gasto con relación al PBI en los 12 años de gestión K a fuerza de subsidios, moratorias previsionales, reestatizaciones y burocracia bien remunerada. Hasta que se transformó en imposible de financiar sin mayor endeudamiento y/o emisión, incluso con récord de presión tributaria. A mayor gasto público, mayor fue la inflación y menor el crecimiento económico por habitante por el desaliento de la inversión privada .

Una evidencia de esta realidad fue en 2021 el fracaso del plan "platita". Destinado tácitamente a "comprar" votos a costa de extender la fenomenal emisión de pesos justificada previamente por la cuarentena, no sirvió para torcer el rumbo que llevó al FdT a su traumática derrota en las elecciones legislativas. En vez de pisar el freno, el Gobierno apretó el acelerador para forzar -junto con el atraso cambiario- un rápido rebote de la economía, aunque terminó por diluir la insostenible política de precios máximos y realimentar la inflación. Salvando las distancias, CFK había aplicado una estrategia similar a partir de 2008. Luego de...

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