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Ahora que el espacio público está vedado, hemos dejado de vernos. Los comportamientos propios de cuando se interactúa fuera del hogar han dejado de existir y, con ello, han desaparecido los códigos de lo que socialmente era natural exhibir en el intercambio con los demás. Ante esta imposibilidad, el espacio privado se ha convertido en el entorno que se muestra. La intimidad, antes reservada a unos pocos, se hace pública, y se naturaliza el hecho de abrirla a los otros. Como este padre que retrata a su hijita cuando le pinta las uñas de los pies, mientras la madre, sentada en...

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