Comer adentro: cada vez más familias abren restaurantes en sus casas

Después de viajar ocho meses alrededor del mundo, a principios de año Exequiel Fernández Silveyra decidió que era hora de regresar a Buenos Aires. Con 26 años y un título como licenciado en Administración de Empresas, el flamante ex mochilero no sabía qué iba a hacer y sólo tenía claro que no quería volver a la relación de dependencia que había dejado atrás cuando, antes de partir de viaje, había renunciado a su trabajo en el departamento comercial del canal ESPN.

"Volví con la idea de desarrollar un negocio propio, y a mi hermano se le ocurrió poner un . A los dos nos gustaba comer, pero como ninguno era cocinero decidimos trabajar con un concepto diferente: el restaurante es siempre el mismo, pero todas las semanas cambia el chef", cuenta Exequiel en la casa en el Bajo de San Isidro donde vive su hermano Diego, y que desde hace siete meses todos los viernes se transforma, con algunos mínimos detalles de decoración, como velas o pequeños ramos de flores en las mesas, en la sede del restaurante La Casita del Chef.

"Todo el mundo me decía que cocinaba muy bien y que tenía que hacer algo con eso. Yo tenía algunas dudas porque no tenía experiencia en el rubro gastronómico, pero la verdad es que resultó mejor de lo esperado. Para mí, que durante muchos años tuve un negocio a la calle, la principal ventaja que ofrece este tipo de propuestas es la libertad. Si un día no tengo ganas de abrir, nadie me obliga a hacerlo", dice Cecilia, que desde hace unos meses se animó a abrir una vez a la semana su casa en La Horqueta (San Isidro). Repartidos entre el coqueto y espacioso living y una galería que da al jardín, Lo de Cecil tiene capacidad para atender hasta 22 comensales, a los que les ofrece un menú de comida casera que incluye entrada, primer plato y postre a razón de 170 pesos por cabeza (el vino se puede llevar y no cobran descorche).

Las historias de Exequiel y Cecilia no difieren demasiado de la de los cientos de que hoy funcionan en casas de familia en la Capital y el conurbano, con una propuesta que en la mayoría de los casos combina el afán económico y el espíritu emprendedor con el placer de cocinar y recibir gente.

A falta de datos oficiales, los propios cocineros/emprendedores que están monitoreando a la competencia estiman que sólo en esa área ya funcionan más de 200 casas que, con algún grado de habitualidad (generalmente, una vez por semana), abren sus puertas para, literalmente, dar de comer a desconocidos. La oferta está muy concentrada en el corredor norte de la ciudad, que va desde Palermo hasta San Isidro, aunque también es cada vez más común encontrar este tipo de propuestas en Quilmes, San Martín, Parque Patricios o Adrogué, lo que provocó que se alcen las primeras voces de alerta sobre el peligro de que, en un futuro no muy lejano, se repita lo que pasó con las canchas de paddle o los videoclubes.

La moda de comer en casas particulares, obviamente, no nació aquí y, con algunas variables (principalmente de precio), se repite en...

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