Combatiente de la vida y el fútbol Apuzzo

Madrugada del miércoles en Ezeiza. Néstor Apuzzo, junto con el plantel, llega desde Belo Horizonte, donde Huracán, en una muestra cabal de la madurez alcanzada en los últimos cuatro meses, cosechó un valioso empate 0-0 con Cruzeiro en el mítico Mineirao, donde muchos equipos argentinos sufrieron goleadas estruendosas. Luce orgulloso el DT y no lo oculta. "Estoy muy conforme con el orden, la concentración y actitud de los muchachos. Huracán parecía un equipo copero y eso me llena de orgullo", afirma. Dos partidos jugados, sendos empates por el Grupo 3 de la Libertadores. Con todo para ilusionarse.

Es Apuzzo un personaje clave en esta positiva etapa de Huracán. Su Globo. El Tomás A. Ducó es su hábitat y lo disfruta, allí donde se lo encuentra. Asumió en noviembre como interino, en medio del caos. En un mes y medio consumó el ascenso a Primera, logró la Copa Argentina y hoy da pelea en la Libertadores.

Carismático, responde con soltura cada pregunta. En lo alto de una tribuna, brilla recién pintada una estrella que hace con la obtención de la Copa Argentina, el primer título tras 41 años. "Ojalá podamos pintar otra, aunque sea en la Supercopa con River", desea.

Sos el DT interino más exitoso del fútbol argentino de los últimos años...

(Sonríe) Les agradezco muchísimo a los jugadores. Confiamos en ellos cuando nadie lo hacía y ellos confiaron en nosotros. Lo más lindo es que lo demostraron adentro de la cancha. No puedo estar más orgulloso.

Tenés cinco interinatos. ¿No te molestaba ser bombero por un par de partidos y después volver a Inferiores?

Nunca me gustó agarrar la Primera porque eso significaba... que estaba todo mal. Soy hincha del club y siempre tuve buena relación con los entrenadores, convivía con ellos en la Quemita.

Todo le costó a Néstor Apuzzo. Desde que se crió solo en Villa Soldati, donde sus padres se rompían el alma trabajando, el Cabezón empezó a entender que la vida era una lucha diaria. "A los 6 años iba al colegio solo y caminaba por todas las villas y pasaba por el Riachuelo", cuenta. Huracán fue su escuela y el refugio de las malas compañías.

A los 18 jugaba en Reserva y le tocó ir al banco de Primera, pero su carrera se cortó para ir a las Malvinas. No estuvo en combate, y a su vuelta hizo 18 meses de guardias porque era clase 63. La experiencia en la colimba le dejó un problema en un riñón, producto de un palazo que le dio un sargento, y una infección en el pie que los médicos no quisieron tratar, creyendo que era un...

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