El combate contra los monopolios

Cuando la política se limita a ser una despiadada lucha por la acumulación de poder, establece una relación perversa con las ideas. En vez de facilitar la búsqueda del bien común, los argumentos y conceptos pierden su carácter impersonal y se ponen al servicio de la reducción del adversario. Los principios se convierten, de este modo, en coartadas, y cualquier debate queda envilecido.El oficialismo kirchnerista ha cultivado como pocos este vicio, que consiste en seleccionar a un enemigo para, después, elegir la idea con la que se lo va a atacar o perseguir. Sin embargo, en pocos casos ese fraude intelectual ha sido más evidente que en su agresión al Grupo Clarín, que es un capítulo del plan general de sometimiento de la prensa independiente. Entre la amplia batería de instrumentos de los que el Gobierno se sirve en ese avance, uno de los más llamativos es la bandera de la libre competencia.Hasta mediados de 2008, es decir, cinco años después de su llegada al poder, el matrimonio Kirchner no encontró objeción alguna al comportamiento comercial de Clarín. Al contrario, la empresa vio extendidas sus licencias de radiodifusión y aprobada una de sus principales iniciativas: la integración entre Multicanal y Cablevisión en el negocio de la TV por cable. En aquellos días de amistad, el presunto "monopolio Clarín" no era un monopolio a los ojos del matrimonio Kirchner.Sin embargo, cuando su inexplicable guerra contra los productores agropecuarios recibió las objeciones de la prensa, entre ellas las de Clarín, los Kirchner descubrieron en sí mismos una inédita pasión por la libertad de los mercados, que los condujo de inmediato a identificar a ese multimedios con un monopolio. La derrota electoral de 2009 hizo que la retórica libreempresista se volviera más fervorosa, lo cual los llevó a promover, con la excusa de desregular los medios de comunicación, una ley que suprime los derechos de los concesionarios de radio y TV sobre sus licencias y habilita al Estado para la selección de contenidos que deben ver y escuchar las audiencias.Es muy evidente que estas declamaciones a favor de la competencia enmascaran la vieja pretensión del kirchnerismo de dominar la vida pública sin control alguno. Basta con observar todo lo que han hecho los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner para impedir, con motivaciones de diversa naturaleza, el funcionamiento normal de los mercados.El síntoma más ostensible de la poca vocación del oficialismo por garantizar el libre juego de la...

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