Colón Fábrica: la sorpresa y la magia de entrar al teatro por la puerta de atrás

Escenografía de "Rigoletto", una figura imponente, con la boca abierta, cae a los pies del visitante en una de las estaciones del recorrido por el depósito donde el teatro guarda escenografías y vestuarios de las obras producidas en sus talleres

Ni frío como el mármol ni pesado como el hierro. Pocas cosas son aquí lo que parecen y todas juntas provocan un impacto que puede ser apabullante. Vistas bien de cerca o en perspectiva, con unos cuantos metros de distancia, dejan entender aquello de la ilusión del escenario. El depósito de La Boca donde el Teatro Colón reserva ahora sus escenografías y vestuarios es un galpón de 7500 metros cuadrados que atesora algunos de los secretos mejor guardados de las obras que se producen en la mayor sala lírica del país. Y, desde este fin de semana, es también un nuevo centro de exposiciones para intentar descubrirlos, con la curiosidad y la inquietud hasta en la punta de los dedos: está permitido tocar.

No puede faltar una fotografía con la escenografía de "Aida", ópera emblemática para la historia del teatro: con este título se inauguró la sala frente a la Plaza Lavalle el 25 de mayo de 1908

En el marco de La Noche de los Museos , por primera vez Colón Fábrica recibirá visitantes, con entrada gratuita, solo en principio. El recorrido está organizado en ocho estaciones principales , cada una equivalente al título de una obra. Entre ellas se encuentran algunas de las óperas más populares del repertorio como Turandot, La Bohème, Un tranvía llamado deseo, Los cuentos de Hoffmann, Don Pascuale, Rigoletto, Aida, y un ballet: El corsario .

El recibimiento formal lo hacen dos estructuras colosales de Turandot y, en consecuencia, se respiran enseguida los aires de la China antigua, donde transcurre la historia de la hija del emperador. La bienvenida cumple con aquel viejo eslogan publicitario que rezaba "la primera impresión es la que cuenta", tal vez por eso -comentan- llevan un registro fotográfico de las caras que pone la gente cuando traspasa la puerta de entrada, sobre la avenida Pedro de Mendoza, frente al Riachuelo. Pero a pesar del encanto de las doradas figuras, del brillo de los trajes de Ping, Pang y Pong, y de ese dragón zigzagueante que corona la ambientación, el itinerario formal que LA NACION hace junto con María Victoria Alcaraz, directora general del Teatro Colón , comienza frente a otro Puccini: La Bohème . Dispuesto "exactamente igual que sobre el escenario, con los mismos elementos, en el mismo lugar", esta parada da pie a un involuntario anticipo oficial. Alcaraz confirma que en febrero se levantará de la...

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