Collor de Mello: entre la gloria y el ocaso, un histórico impeachment

Brasil fue una fiesta. El Brasil de septiembre de 1992 que mediante un impeachment se sacó de encima al presidente Fernando Collor de Mello, bajo graves cargos de corrupción, saludó aquella decisión con ovaciones en el Congreso, manifiesta euforia en los medios -todo había empezado con una investigación periodística- y algarabía en las calles. La corporación política y la gente, tantas veces distanciados y enfrentados, se unían para celebrar. Collor había caído. Las instituciones se habían puesto de pie.

Ése fue el final. El final de un proceso zigzagueante, contaminado, tortuoso; por momentos, dramático. La biografía del presidente no parecía deparar ese destino. Hijo de una rica familia de la región más pobre del país -el estado de Alagoas, en el Nordeste-, su vida era una sucesión de triunfos. Ganaba en los deportes, ganaba en la conducción de los negocios familiares (una vasta red de medios de comunicación), ganaba con las mujeres y ganaba en la política. Fue diputado, alcalde de Maceió (capital de Alagoas) y, a los 36 años, gobernador.

Cuando decidió postularse a la presidencia, en 1988, en el resto del país era virtualmente un desconocido. Pero tuvo fortuna, en las dos acepciones de la palabra. Se necesitaba con urgencia alguien que pudiera oponerse al ascendente, y temido, líder de la izquierda: Luiz Inacio Lula da Silva.

Joven, simpático, pintón, Collor logró que un poderoso grupo empresarial, la gigantesca red Globo, lo hiciera su candidato al cabo de un rápido casting. Se conocían bien. En Alagoas, Globo estaba asociada a la cadena de la familia Collor de Mello. No tardó nada en instalar al impetuoso joven, convertido de la noche a la mañana en un producto que compraron la gente y los mercados. Pocos se resistían al encanto de una figura nueva, distinta, prometedora. Alcanzó la presidencia con 39 años y 35 millones de votos, por entonces un récord en la historia de Brasil.

Esa fulgurante irrupción dejó heridos. Desde el Partido de la Reconstrucción Nacional, una agrupación de derecha casi inexistente, un don nadie había barrido a los grandes partidos nacionales. Collor, que en la campaña había prometido fulminar la inflación (índices mensuales de hasta 25%) y perseguir a los corruptos, empezó a gobernar con aires imperiales. Se había subido a lo más alto de su fama. "Es el Indiana Jones de América latina", lo ensalzó el entonces presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush.

Pronto empezaron los problemas. Disputas con un...

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