Entre el colapso nervioso y la declaración de amor erudita, Houellebecq le escribe a H.P.Lovecraft

Michel Houellebecq describe en "H.P.Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida" que padeció un "colapso nervioso" la primera vez que leyó al autor estadounidense

En 1998 Michel Houellebecq publicaba Las partículas elementales (Anagrama), un fenómeno editorial que lo convertía en uno de los autores más célebres, con fervientes admiradores y detractores, de Francia y de Occidente. Ese mismo año también daba a conocer H.P.Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida . Se advierte desde las primeras páginas de este ensayo que el concepto de "partículas elementales", en su interpretación biológica, química, filosófica y existencial, es antes que un título para Houellebecq, un bálsamo y el autor estadounidense, una musa. Anagrama reedita en septiembre este texto, esta vez con una edición precedida por un prólogo de Stephen King quien brinda una visión más esperanzadora del mundo que la que propone Houellebecq y Lovecraft.

Lovecraft creó una serie de relatos que giran en torno los Mitos de Cthulhu

Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) padeció desde temprano depresión nerviosa. Tuvo una infancia y una juventud infeliz, producto del vínculo asfixiante con su madre, una mujer de temperamento inestable, y, por voluntad propia, se encerró durante años en su casa. A pesar de sus problemas económicos nunca tuvo un trabajo al uso y se dedicó a escribir cartas -su único puente durante casi 7 años con el mundo exterior- y relatos de horror. Tras la muerte de su madre y luego de un breve matrimonio, Lovecraft volvió e encerrarse, pero, esta vez, para cincelar su propia mitología, un ciclo que sus estudiosos han denominado de "horror cósmico" y que cumple este año un siglo: los Mitos de Cthulhu.

Lovecraft sumerge sus relatos en un tiempo muy diferente al humano, el "tiempo profundo" habitado por los Antiguos, las primeras criaturas de la Tierra, seres oscuros y monstruosos. Otros habitantes de este universo, organismos con inteligencia superior a la humana y fisonomía propia de los anfibios, pulpos, o monstruos marinos, con sus tentáculos y dientes y sus cuerpos viscosos, siembran el Mal en una existencia condenada a la destrucción. Esta arquitectura mitológica Houellebecq la compara con la reunida por el propio Homero y eleva de este modo a Lovecraft, un autor popular, pero lejos del canon académico (o explícitamente repudiado por críticos como Edmund Wilson), a un escalón superior.

Michel Houellebecq, H.P. Lovecraft y Stephen King en un solo libro

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