De un clima difícil a una tormenta perfecta

"A esta ruinosa tarde me llevaba el laberinto múltiple de pasos que mis días tejieron desde un día de la niñez", hacía decir Jorge Luis Borges a Francisco Narciso de Laprida poco antes de morir, derrotado en la Batalla del Pilar.El presente, según Borges, es una consecuencia del destino inevitable. La crisis de las automotrices no comenzó este año. Las dificultades ya aparecieron en 2013, cuando hubo un récord de ventas de unidades.Las alarmas sonaron en 2011, por los problemas de Brasil. Con menor demanda interna, el gobierno de Dilma Rousseff lanzó planes que privilegian la producción local de unidades y autopartes.El bajón económico fue mayor en el socio más grande del Mercosur en 2013 y afectó más la exportación de unidades. Desde hace rato tanto la Argentina como Brasil perdieron además como mercado a la convulsionada Venezuela. En los buenos tiempos sólo GM, entre Brasil y la Argentina, exportaba a Venezuela una cantidad de unidades que equivalía al total producido por la marca en la Argentina. Los envíos han llegado ahora a ser cero.El Gobierno intentó encontrar la forma de recuperar el mercado venezolano para las terminales locales, pero propuso un esquema con un fondo fiduciario que recordaba demasiado a aquel de la maquinaria agrícola que terminó con el escándalo de la "embajada paralela".No sólo por los problemas de los países de destino sufrió la producción local. La inflación en dólares padecida hasta enero último subió los costos. Tanto la producción argentina como la brasileña habían perdido competitividad en Chile, Colombia, Ecuador y Venezuela, decían en el sector.La Argentina y Brasil tienen problemas adicionales...

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