Ciudadanos en Red, el quinto poder de la democracia

La multitud que se volcó a la calle hace una semana tiene al menos dos atributos: es novedosa en cuanto expresa el inédito ascenso del ciudadano que multiplica su poder a través de las redes sociales, y al mismo tiempo certifica la continuidad de un modo de protestar cuyos antecedentes estallaron hace una década al conjuro del "¡que se vayan todos!".Notemos que el primer aspecto de este fenómeno está en todas partes. No pocos observadores y protagonistas de la política advierten que las redes sociales están cambiando las reglas de juego de la gobernanza. Se erosionan los antiguos símbolos de autoridad; se acortan las distancias entre representantes y representados; emerge un poder difuso que hace que la herencia de las instituciones y reglamentaciones de las democracias se vaya desvaneciendo a un ritmo vertiginoso.Ya hay quienes hablan de "redocracia", o gobierno tumultuario de las redes, de "ciudadanos rabiosos" que no se sienten representados por los sistemas de partidos, del predominio, en fin, de una visión de corto plazo construida a golpes de consignas sintéticas y de las brevísimas agrupaciones de palabras que registra Twitter. La escritura se transforma en pura instantaneidad. Para un joven ?no importa la edad? entregado a estos menesteres, la reflexión que hace exactamente un siglo apuntó en un diario íntimo Manuel Azaña, admirable escritor y luego presidente de la República española, suena a cosa vetusta: "La escritura, lucha de la inteligencia contra el tiempo".Es que la concepción del tiempo está mudando con la misma intensidad con que estas formas de comunicación invaden las relaciones sociales. Luces de la libertad y también de la imprevisibilidad. Prever lo que vendrá, lanzar un país en procura de consolidar metas compartidas de largo plazo: el desafío parece inmenso cuando estas nuevas ciudadanías, descontentas con lo que pasa, reclaman soluciones urgentes, ahora mismo, sin atender las exigencias del largo plazo.Ha nacido entonces otra versión de la democracia participativa que, en el caso particular de nuestro país, no parece todavía encontrar dirección. Estos demócratas de nuevo cuño saben decir que no, rechazan la mala gestión, repudian la inseguridad, condenan corrupciones y enriquecimientos a la sombra del poder, demandan que no se reforme la Constitución para satisfacer ambiciones reeleccionistas.Es un movimiento espontáneo a favor de recuperar derechos y manifestar el hartazgo que produce la mentira. ¿A través de qué mediaciones...

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