¿Ciudad moderna o petrificada? La tensión por la protección de edificios se extiende entre los barrios que pierden valor patrimonial

Los carteles que reclaman contra el avance inmobiliario cuelgan de las fachadas de viviendas, de postes de luz y de árboles de los espacios verdes en barrios como Núñez o Belgrano. Los mensajes, que mezclan el rechazo al nuevo código urbanístico con la preocupación por el resguardo de sitios históricos de los vecindarios, fueron multiplicándose en otras comunas de la ciudad de Buenos Aires al tiempo que se amplificaron a través de las redes sociales. Del otro lado, las autoridades porteñas pugnan por un equilibrio entre la preservación y la sustitución de inmuebles obsoletos por otros más modernos.

El debate por la conservación del patrimonio porteño se ramificó en cada barrio mediante agrupaciones de vecinos que persiguen ese objetivo en común. La discusión ya no se concentra en sitios de valor arquitectónico e históricos, protegidos bajo una legislación específica y clara que los vuelve intocables, sino en aquellos inmuebles ligados a la identidad barrial, que hacen a la memoria colectiva de un vecindario.

La interpretación de una ley que dispone la protección preventiva para las construcciones previas a 1941 es el eje del debate. Bajo su paraguas hay hoy unos 18.000 inmuebles en toda la ciudad, aunque hay organizaciones que elevan esa cifra. El derecho individual, el de los propietarios de esas viviendas, y el derecho colectivo, el de las asociaciones vecinales, entran en conflicto y se abre una pregunta como disparador: ¿se está perdiendo el patrimonio histórico en Buenos Aires?

En Vidal y Olazábal avanza un proyecto inmobiliario donde antes había un inmueble antiguo

La asociación civil Basta de Demoler es contundente. "Siendo el patrimonio arquitectónico un recurso no renovable su destrucción altera la habitabilidad de la ciudad y afecta los derechos de los vecinos. La falta de políticas de planificación y desarrollo sustentable conspira contra el desarrollo de industrias como el turismo y la propia industria de la construcción al ignorar al valor agregado que representan las rehabilitaciones y restauraciones", sostiene.

Basta de Demoler y los grupos de vecinos autoconvocados tienen las posiciones más duras y exponen en redes sociales y sitios web el avance sobre inmuebles históricos o, al menos, antiguos. Pero la visión de urbanistas y arquitectos es más mesurada, también la del gobierno porteño, que considera que se cumple el equilibrio entre la preservación patrimonial y la sustitución de inmuebles obsoletos por otros más modernos...

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