La Ciudad Luz, escenario de otra batalla por el número 1

PARÍS.- La metrópoli se despereza envuelta en una sábana de nubes grises. Es primavera, pero los días son frescos, y de a ratos algún aguacero renueva el aire; es el tiempo que toca y que, según parece, acompañará los próximos días. Aun así, París se ve radiante. Si las ciudades adoptaran una forma femenina, sería muy difícil competir con los encantos de esta ciudad, a la que no es difícil imaginar con rasgos de modelo top, entre las más bellas del mundo. "Yo digo que París es una mujer, y es un poco la mujer de mi vida. Uno cree conocer París, pero no hay tal; hay rincones, calles que uno podría explorar el día entero, y más aún de noche. Es una ciudad fascinante. París es como un corazón que late todo el tiempo", la definió alguna vez Julio Cortázar, enamorado para siempre de la capital francesa, fallecido aquí hace tres décadas y cuyos restos descansan en el cementerio de Montparnasse.Entre las múltiples bellezas de la Ciudad Luz está el Bois de Boulogne, a metros de la Peripherique, el bulevar que circunvala París, y dentro de su inmenso espacio verde, el complejo de Roland Garros, escenario de leyendas, de inolvidables batallas del tenis, ese deporte que exige todo, y aún más, de quien lo practica. Aquí, en la "terre battue", es preciso dejar el físico, la mente y el alma para salir victorioso y recibir el abrazo de la gloria. Lo sabe como nadie Rafael Nadal, ese guerrero que convirtió la desmesura del esfuerzo en su escudo. Lo sabe porque ha reinado en París desde 2005, con excepción de ese interinato a cargo de Roger Federer en 2009. Quizás, en el tenis actual, no haya una frontera más difícil de cruzar que la de vulnerar a Nadal en polvo de ladrillo y plantar bandera en el majestuoso Philippe Chatrier.Novak Djokovic es, a primera vista, el contendiente que asoma con mejores perspectivas para llegar al combate final. A diferencia de otros años, este Roland Garros próximo a comenzar ofrece una atracción extra: la pelea por el número 1 del mundo. Ese cetro que Nadal se ganó a pulso, y que Nole quiere reconquistar. Apenas 650 puntos los separan, pero es Rafa el que carga con la presión mayor, pues debe llegar por lo menos hasta las semifinales para mantener la posibilidad de seguir al frente. En sus últimos encuentros exhibió una grieta donde no la había: su mentalidad granítica. Como pocas veces, se lo vio vulnerable. Humano, al fin de cuentas. Llega a París con tres derrotas (frente a David Ferrer, Nicolás Almagro y Djokovic) sobre canchas lentas...

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