El cinismo del doble discurso

"Del dicho al hecho hay un largo trecho", reza un viejo refrán popular que intenta mostrar la distancia -muchas veces insalvable- que existe entre lo que se pregona y la realidad.Sobran ejemplos en la vida cotidiana y, como protagonistas destacados de ese mismo acontecer, sobreabundan los casos de doble vara entre muchos representantes de la dirigencia política, sindical o empresarial con distintos grados de manejo de poder.A ningún político en campaña se le ocurre decir que va a usar el Congreso como plataforma para bloquear el debate, obtener superpoderes, frenar leyes o convertirlo en mera trinchera verbal. Sin embargo, es esa la estrategia que cultivan y defienden algunos candidatos una vez que acceden al cargo en disputa.Están también los que ya antes de empezar a legislar usan el Parlamento como garrocha o trampolín. "Borocotización" se le llama a esa estrategia en "honor" a Eduardo Borocotó, el exdiputado que se pasó al kirchnerismo a los pocos días de haber sido elegido legislador por Pro, en el año 2005. No son pocos los que habiendo ingresado por una fuerza se pasan a otra ideológicamente en las antípodas apenas los vientos políticos soplan en sentido contrario; tales son los casos de Pablo Ansaloni, Beatriz Ávila y Antonio Carambia, los tres diputados nacionales que llegaron al Congreso de la mano de Cambiemos, en 2017, y ahora que el gobierno mudó de color decidieron cambiar de equipo para los dos años que les quedan de mandato.Ese doble discurso también se desnuda sin pudores entre quienes preconizan transparencia en los actos de gobierno, hasta que, precisamente, acceden al gobierno, tal como ocurrió con el kirchnerismo precedente a la actual gestión: se la pasó años y años clausurando los controles en el Estado, mintiendo con las estadísticas y reinaugurando hasta el infinito obras nunca concluidas, mientras hablaba de transversalidad, institucionalidad y eficiencia estatal.Alberto Fernández ha dicho que jamás permitirá que se robe en su gobierno, pero paradójicamente ha puesto en cargos claves a dirigentes kirchneristas procesados por corrupción. Y se ha quejado amargamente de la actuación de la Justicia para con Cristina Kirchner, vicepresidenta de la Nación. Sin embargo, dejó una frase con un sentido doble y, acaso, peligroso. "La Justicia que usó Mauricio Macri para perseguir a Cristina seguramente ahora lo persiga a él", sostuvo al tiempo que le vaticinaba a su antecesor "unas cien causas" judiciales en las que entiende...

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