Ciccone: denuncia por un despido en la IGJ

Un ex empleado de la (IGJ) se convirtió en la séptima persona que derivadas del "caso Ciccone". A otros los amenazaron; él fue cesanteado de la administración pública nacional. Por eso, a los 49 años y sin opciones para reinsertarse en el mercado laboral local, decidió irse del país con su mujer, portorriqueña, y su hija.

Se trata de Javier Marcelo Ramos Villaverde, que llevaba 29 años como empleado raso en la IGJ, donde, según su propia definición, no era más que un "perejil". Por eso, alegó ante la Justicia, lo utilizaron para tapar delitos.

"Yo soy una víctima sacrificada a los intereses de personas poderosas con las que no tengo nada que ver", se lamentó Ramos en un escrito que quedó en manos de los jueces federales Ariel Lijo y María Romilda Servini de Cubría (a cargo de las pesquisas sobre el "caso Ciccone" y las irregularidades detectadas dentro de la IGJ), y añadió que teme más represalias.

"La pura lógica me indica que carece de sentido haberme inventado una cesantía relacionada con el caso Ciccone y con el vicepresidente de la Nación [por Amado Boudou], si ello no se piensa usar en otras instancias, y entiendo conveniente ponerme a disposición de la Justicia", planteó el ya ex empleado de la IGJ.

Ramos se sumó así a una lista creciente de amenazados o perseguidos desde que estalló el escándalo, en febrero de 2012. Incluye a Laura Muñoz, la ex esposa de Alejandro Vandenbroele; un yerno de Nicolás Ciccone, Guillermo Reinwick; un ex socio de José María Núñez Carmona, Luis Scolari; una enfermera de Héctor Ciccone; el ex director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía, José Guillermo Capdevila, y la ex directora del Registro Nacional de Sociedades de la IGJ Silvina Martínez.

En el caso de Ramos -que en Internet se presentó en algunos foros de discusión como un "politólogo" que simpatiza con el radicalismo-, la conducción actual de la IGJ lo acusó de haber adulterado los registros informáticos del organismo sobre Ciccone Calcográfica, lo que combinado con el extravío o robo previo del legajo físico de esa empresa dificultaría su reconstrucción completa.

"En suma -se explayó Ramos en su escrito judicial- considero que soy el triste chivo expiatorio o «perejil» en la jerga coloquial de imputaciones, ya que se me endilga nada menos que la desaparición de los registros del caso Ciccone, achacándoseme no sólo la desaparición, sino también la imposibilidad de reconstrucción."

El escrito

Ramos presentó ese escrito judicial el 12 de...

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