'De chica no sabía lo que era un juguete': tiene 16 años y su familia nunca le pudo festejar su cumpleaños

María Luxen tiene 16 años y vive en la 4ta Sección Anguá, en la zona de Saladas, Corrientes

"En mi casa nunca me hicieron un regalo" , dice María Luxen con la voz entrecortada. Se crió en una familia que tuvo que enfrentar muchas carencias. Si bien nunca les faltó para comer, la plata alcanzaba con lo justo. "Ya me acostumbré a no tener cumpleaños. A otros sí les festejan pero a nosotros no. Ahora, por lo menos, ese día podemos comer en familia", cuenta esta adolescente de 16 años, en su casa ubicada en la 4ta sección Anguá, en la zona de Saladas, Corrientes.

Su realidad es la de la mayoría de los niños del noreste del país que viven en hogares atravesados por la pobreza y se quedan sin disfrutar de gran parte de la magia de la infancia. Según los datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, al 61,1% de los niños de nivel socio económico más bajo del NEA no suelen festejarles el cumpleaños.

A falta de regalos y juguetes, cuando eran chicos María y sus hermanos armaban sus propios autos con tablitas, clavos y tapitas de botellas que hacían las veces de ruedas. "No sabíamos lo que eran los juguetes. Pateábamos la pelota, hacíamos casitas o camioncitos para jugar en la tierra. Solo conocí las muñecas cuando la hija del patrón las traía y me las prestaba. Fue bastante lindo criarse acá en el campo, porque eras libre y podías hacer todo lo que quisieras. Solían venir mis primos y jugábamos en la laguna", recuerda María, vestida con pantalón a cuadros, musculosa y unos aritos con forma de corazón.

Su papá empezó a trabajar en el monte a los 14 años y hoy es encargado en un campo que cría búfalos y tiene forestación. Allí es donde vive la familia. Su mamá es ama de casa y se ocupa de ella y sus cinco hermanos. "Cumpleaños nunca le hice, ven de otros nomás. Ellos comprenden que no es que uno no le quiera comprar sino que todo está muy caro . No alcanza para la torta porque es todo caro. A veces hacemos un bizcochuelito entre nosotros. Los patrones le hicieron una fiestita de 15 pero entre nosotros nomás. En Navidad sí le regalamos una ropita o lo que se pueda", cuenta María del Carmen Almirón, su mamá.

Su casa queda a metros de una laguna que ahora está seca y que la familia disfruta cuando está llena de agua, animales y pájaros de todo tiepo. Un muelle que da al vacío, a una alfombra de tierra agrietada, es la foto más fuerte de una sequía que pone en riesgo no solo la supervivencia de los ecosistemas, sino también de las familias más vulnerables.

A la escuela a caballo

Cuando era chica, María iba a la primaria de Saladas a caballo. Se subía con sus hermanos y sus primos e iban juntos a campo atraviesa. "A las 10:00 buscábamos los caballos para irnos. Salíamos a las 12:00 para...

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