Ceremonia en la tormenta

MENDOZA.- El Indio Solari lo hizo otra vez. Cumplió sus deseos y el de sus fieles seguidores, que llegaron hasta esta ciudad desde todo el país y más allá también, y volvió a subirse a un escenario, a dos años de su último concierto, dejando detrás de sí un sinfín de historias que Mendoza nunca olvidará.Gaucho en este tipo de rodeos, a Solari esta vez le tocó un potro enfurecido, con forma de 130.000 cabezas, viento y agua nieve también. Un espectáculo que sobrepasa por mucho la palabra recital. Porque aquí no se trata de pensar exclusivamente en una lista de temas, con clásicos ricoteros y pasajes fundamentalistas, ni en una puesta escénica y de sonido que quedó disminuida por tamaño marco, que llegó a contar con imágenes épicas de alto impacto, con más de cien mil voces entonando bajo la lluvia eso de que hay ceremonia en la tormenta.Las reglas básicas de un show de rock volvieron a volar por el aire y lo que generó Solari en esta ciudad, más que de un concierto, se trató de un hito, construido por gente que llegó a lo largo de toda esta semana, se instaló en el centro de la capital mendocina y en los alrededores del autódromo del departamento de San Martín, y marcó el ritmo cardíaco de cada rincón de Mendoza. En los barrios bajos y en los hoteles cinco estrellas, en el ámbito cultural y comercial del área turística y en la política también. Si hasta se hizo campaña encubierta con un puñado de frases/eslóganes de esas que Solari ha escrito en el inconsciente colectivo argentino. "Vivir solo cuesta vida", rezaba un afiche con los rostros de Néstor Kirchner y Eva Perón. "Toda esa batería de risa rubia de barrio especial", señalaba otro con la cara de Lilita Carrió. ¿La contrapartida? Los chistes que tuvo que soportar Aníbal Fernández, fan confeso de Solari, poco antes de aterrizar en el aeropuerto mendocino en un vuelo de Aerolíneas Argentinas: "Disculpen las molestias, pero antes de llegar a Mendoza haremos una parada técnica en las islas Seychelles", gritó un pasajero para marcarle la cancha al senador.Pero ante todo, anteanoche, aquí, hubo otra prueba de esta suerte de beatificación en vida que su público le ofrenda a Solari cada vez que puede. Cerca de 800 micros repletos de seguidores embanderados que viajaron durante veinte horas para llegar al predio minutos antes del comienzo, darse una ducha literal y metafórica, de agua y de música, para tres horas después emprender el regreso; familias enteras que se tomaron su única semana de vacaciones anual...

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