Se preveía, pero cayó como una catástrofe

La crisis que desató el juez Ariel Lijo al estaba, como suelen decir los traders financieros, descontada.El 27 de febrero pasado, la situación penal de Boudou formó parte del reporte sobre derechos humanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que recordó que la resolución del caso estabaA partir de ese momento la pregunta sobre la capacidad de Cristina Kirchner para sostener a su vicepresidente fue sustituida por otra: ¿cuánto más podía resistir el magistrado la presión internacional? La señora de Kirchner entendió el problema. Dos días más tarde reemplazó a Beatriz Rojkes de Alperovich por el ex radical Gerardo Zamora en la presidencia provisional del Senado. No estaba eligiendo al jefe de la Cámara. Estaba cubriendo la eventual vacante de Boudou.El 1° de marzo explicó la decisión: "Quiero rescatar la idea de la concertación, porque una decepción debe ser la excepción y no la regla". Hablaba de Julio Cobos. Daba a entender que Zamora sería en poco tiempo, de hecho, su vicepresidente.A pesar de esos adelantos, la noticia significa un comprensible trauma para el Gobierno. La prueba está en que varios funcionarios reaccionaron como suelen hacerlo ante las grandes catástrofes: con un brote paranoico. Para algunos la conspiración es evidente porque Boudou fue convocado cuando el oficialismo no había concluido los inesperados festejos por el pago al Club de París. Otros, más desconfiados, encontraron un sadismo especial en llamar a indagatoria a quien fue el rostro del Gobierno en los tribunales de los Estados Unidos, pocos días antes de que la Corte de ese país decida si acepta tratar el pleito con los holdouts.El do de pecho de la suspicacia lo dio Jorge Capitanich, cuando afirmó que le parecía muy raro que el juez citara a Boudou justo el día en que estaría ejerciendo la presidencia, con la señora de Kirchner en Brasil. Un penalista experimentado explicaba ayer que "es difícil encontrar un solo juez que conozca el cronograma de giras de la Presidenta; pero, además, si el funcionario tiene compromisos que le impiden concurrir, los jueces modifican la fecha".Anteayer por la tarde, Lijo describió ante varios amigos la encrucijada a la que había sido sometido. Alguien le había informado que el camarista Eduardo Farah iba a acusarlo por irregularidades en la investigación del financiamiento de la compra de Ciccone. Según esa versión, el dictamen de Farah, durísimo, serviría para una acusación en el Consejo de la Magistratura. Colaboradores de Lijo...

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