Un castillo de naipes

Wolf Hall / Basada en las novelas de Hilary Mantel / Dirección: Peter Kosminski / Elenco: Mark Rylance, Damien Lewis, Claire Foy, Jonathan Pryce, Joanne Whalley y Matthieu Almaric / Emite Netflix.

La historia de Enrique VIII fue contada desde innumerables puntos de vista: existe desde una obra de Shakespeare hasta una ópera rock de Rick Wakeman. Su retrato clásico fue establecido por Charles Laughton en La vida privada de Enrique VIII (1933), quien basó su figura en los cuadros del pintor real Hans Holbein, que lo muestran entrado en carnes, barbado y con ojos de sapo. La reciente serie Los Tudor nos ofreció la versión glam, con Jonathan Rhys-Meyers interpretando a un rey listo para la tapa de Vogue. Wolf Hall, en cambio, es la versión maquiavélica, centrada no tanto en la figura del monarca (aquí encarnado por el también estilizado Damien Lewis), sino en la del jurista Thomas Cromwell (Mark Rylance), a quien su genio político llevó de hijo de herrero a secretario de Estado y hombre de confianza del rey.

Esta miniserie nos presenta a su protagonista como un spin doctor de la dinastía Tudor, algo así como si Frank Underwood hubiera vivido durante el Renacimiento europeo. Las intrigas palaciegas del período se vuelven, en las reflexiones de este personaje prematuramente moderno, un eco de nuestra propia política. El relato sigue la vida de Cromwell desde que llega a asistente del cardenal Wolsey (Jonathan Pryce), quien pierde la gracia del rey cuando no logra que el papa Clemente VII anule su matrimonio con Catalina de Aragón, hasta su consagración como uno de los...

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