Cartas de los lectores

Otro paro docente

La pulseada caprichosa de los docentes, con Baradel al frente, debería avergonzarlos profundamente. La prepotente e ilegal exigencia de que se les pague por el incalificable abandono de sus obligaciones es un pésimo ejemplo para los estudiantes, que asumen que sólo por la fuerza se logra el éxito. Todos estos adolescentes y jóvenes que deambulan por las calles se convierten inmediatamente en "soldaditos" a tiempo completo, elegidos por su inimputabilidad y sus necesidades económicas. Esa perversa situación no es considerada importante para los docentes del país. Son jovencitos nacidos y criados durante el "modelo K" y su nefasto ejemplo de corrupción y fechorías. Se ha perdido el honroso concepto de la docencia de Sarmiento, que forma y cultiva hombres y mujeres de bien. Debemos comprometernos a servir al bienestar de nuestros semejantes dejando de lado nuestros intereses y egoísmo personal, o nunca viviremos en paz.

Dora Ivonne Poulet

DNI 3.008.041

Vagón para mujeres

Comprendo y comparto la inquietud de la lectora Sandra Baldock sobre el congestionamiento que se produce en el subte. El incremento de la población y la falta de respeto (que también aumenta) han agravado el problema. Sin embargo, el proyecto presentado por la legisladora Graciela Ocaña hace aproximadamente un año que proponía, como en otros tiempos, dejar el primer vagón para que viajen exclusivamente las mujeres en las horas pico fue rechazado. Los falsos pruritos de igualdad de género y otras razones que seguramente no fueron invocadas por quienes viven la situación a diario pusieron un manto de olvido sobre el tema. Cada catorce minutos una mujer es acosada en algún transporte. Hacemos marchas con grandes pancartas de "Ni una menos", pero no adoptamos soluciones coherentes como la realizada por Ocaña.

Rosa de la Fuente

DNI 4.455.192

Pena capital

La sociedad que se niega a eliminar a quien le corresponde la pena capital no rinde culto a la existencia humana; hace exactamente lo contrario. Quienes sostienen creer en el derecho sagrado del hombre de vivir hasta el fin de su vida y condenan la pena capital porque lo interrumpe, no rinden honor a su principio. La sociedad, al privar de libertad a un asesino durante tiempo determinado o reclusión perpetua, desprecia la vida del hombre. Si, en cambio, castiga con la muerte a quien mata a un inocente, demostrará afirmar que cree realmente en el espíritu que otorga la vida.

César Tito Roman

mailto:polocolon@icloud...

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