Cartas de los lectores

Carta de la semana

Una lección para tener en cuenta

No sé si podré expresar cabalmente, tras leer la entrevista a Graciela Fernández Meijide publicada en la sección Conversaciones, el jueves pasado, cómo me conmovió el testimonio de esa madre con un hijo desaparecido en plena adolescencia. La señora Fernández Meijide nos da una hermosa lección sobre la necesidad de tener instituciones confiables y de cómo se respeta también la memoria del fruto que no vio madurar y que a todas las madres argentinas nos duele. En efecto, ella respeta la memoria de su hijo cuando nos dice: "Creo en la justicia y en los derechos humanos si puedo pedir el mismo nivel de justicia para mi hijo que para mi peor enemigo". No se gana la paz del alma con el "ojo por ojo, diente por diente". Sus expresiones son un ejemplo de honestidad intelectual, que quizás con el tiempo aprendamos a cultivar .

No tengo a quien invocar, porque yo tampoco soy creyente, pero espero fervientemente que encontremos la fuerza en nuestros corazones para buscar siempre, inexorablemente la justicia, que en este descarrilado siglo XXI tanto necesitamos.

Gloria Salas

mailto:glomoncia@hotmail.com

El golpe de 1976

Origen de la violencia

Esclarecedor el editorial del 24 de marzo. Es imprescindible su lectura para clarificar muchísimas creencias equivocadas respecto de lo que realmente pasó en ese tiempo, sobre todo para las generaciones que rondan de los 50 años para abajo. Mucho se ha tergiversado la historia sobre esa época, y, salvando distancias, esa terrible violencia que se vivía en el país no nace en 1976, sino que 1976 es una continuación agravada de lo que se había iniciado en 1973, con un gobierno democrático que en su momento decretó "aniquilar la guerrilla".

José María Becker

DNI 4.702.245

Memoria completa

En mi carácter de víctima de dos atentados que destruyeron la casa familiar y la oficina de nuestra empresa, y en función de una completa y cabal comprensión de las consignas de memoria por la verdad y la justicia, quiero expresar mi dolor por todos aquellos que fueron víctimas inocentes del terrorismo "a secas." Es injusto su olvido. Aclaro que he perdonado hace mucho a los autores, y que no me anima ningún sentimiento de revancha. Todo lo contrario. Vaya también mi homenaje a los caídos inocentes víctimas del terrorismo de Estado. Solamente así, reconociendo que nuestra sociedad fue víctima exclusiva de su propia locura, podremos indagar en los orígenes de nuestras cruentas...

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