Cartas de los lecotres

Nobel de Economía

En una entrevista hecha recientemente, Cristina Kirchner dijo que a su gobierno deberían darle un Premio Nobel de Economía. Ese premio no se otorga a los hacedores de política económica, sino que se da por avances en la teoría. En 1997, durante mis estudios en la Universidad de Nueva York, tuve la suerte de estar en una clase de Robert Solow, Nobel en Economía. El profesor Solow no sólo impresionaba a todos por su profundo conocimiento, sino también por su humildad.

Sería deseable que la ex presidente tomara su ejemplo y empezara por hacer una autocrítica de su gestión.

Daniel Isidori

DNI 20.493.981

Espíritu autocrático

Una de las causas del conflicto de estrategias entre el Gobierno y quienes lo critican se puso en evidencia en el almuerzo de la señora Mirtha Legrand del domingo pasado. Los que critican al Gobierno afirmaron que el presidente Macri cuando asumió el cargo debió haber obligado a los supermercadistas a retrotraer los precios al 1° de noviembre. La respuesta del jefe de Gabinete, Marcos Peña, fue que la causa del problema de precios está en la inflación; superar ese inconveniente es de responsabilidad del Gobierno, y que debía hacerlo cumpliendo con la ley.

Es evidente que quien hizo la crítica está todavía imbuido del espíritu autocrático de conducción de un país y apela a medidas autoritarias para paliar los efectos, en lugar de atacar las causas. Esas medidas, de haberse implementado, hubieran contribuido a aumentar la desconfianza en el país, al socavar la seguridad jurídica. El jefe de Gabinete respondió teniendo en cuenta la función básica del gobierno: crear las condiciones necesarias para que se definan y se logren adecuadamente los objetivos de la nación.

José María Romero Maletti

mailto:romeromaletti@gmail.com

Siempre duele

Es un ejercicio cotidiano. Levantarse temprano y leer online las noticias del día. Y casi nunca falla. Allí estará el dato de dónde atacó el terrorismo islámico y cuántas muertes inocentes dejó. Y siempre duele. No importa quién sea la víctima. Duele en Orlando y en Egipto, en Francia y en Bangladesh, en Alemania... Duele si es en una discoteca gay o en un almacén kasher o en una iglesia católica. Duele porque lo hacen en nombre de Dios y matan a criaturas de Dios. Ahora le tocó a un sacerdote católico de 86 años que estaba parado en el mismo altar donde habrá predicado acerca del sacrificio, sin imaginarse que un día él mismo se convertiría en el sacrificio de la intolerancia...

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