Carta de la Presidenta al autor de esta columna

No puedo más que agradecerle a Cristina la carta que me mandó desde Bolivia. Se ve que estaba aburrida, porque no me la imagino sentándose a escribir en medio de un viaje oficial al exterior. Quizá la ciudad de Cochabamba no le despierte el apetito fashion de París o Nueva York como para ir de compras. En cualquier caso, haber puesto distancia le permitió tener una visión aún más certera del país. La Cristina que aparece en estas líneas conjuga los altos intereses de un jefe de Estado, como cuando confía lo que extraña la cadena nacional, con las obsesiones propias de una madre: revela que Máximo no le perdona haber pesificado 3 millones de dólares justo antes de la nueva corrida.Por supuesto, reproduzco la carta con su autorización. "Nunca me interesaron los medios, sino los fines", me explicó. No sé si entiendo la frase, pero tiene música. En realidad, todo el texto tiene la musicalidad de lo irreprochable. Es como cuando habla: lo que dice suena bien. Por mi parte, me despido hasta el sábado. Los dejo con ella."Roberts, he venido a Bolivia a discutir el precio del gas que nos venden. Evo es un amigo y un aliado, pero con el gas se zarpa. ¡Nos están matando! También quiero desmentir el presunto aislamiento internacional de la Argentina. Cuando mi foto con Evo dé la vuelta al mundo, los grandes centros de poder temblarán. El eje Buenos Aires-La Paz se alza como una voz ineludible en el seno de las naciones. ¿Aislados? Les recuerdo que estuve en Angola y que me invitaron a Azerbaiján. Moreno me dice que el futuro está ahí. Que Obama y la Merkel no existen. Es verdad: estuve con los dos y no entendieron nada de lo que les expliqué."Con Evo hablamos de todo eso y de sus encuentros con Ahmadinejad: me contó que tuvieron charlas interesantísimas sobre democracia y derechos humanos. Ahmadinejad también fue a Venezuela y Cuba. Sospecho que se candidatea para el Nobel de la Paz."Por supuesto, estoy informada de todo lo que pasa en nuestro país. Basta que me vaya para que aparezcan los problemas. Por ejemplo, en Santa Cruz. Ya sé que había dicho que nunca más iba a mandar un gendarme a las provincias, pero entendeme: acababa de pesificar ahí mis tres palos y los bancos estaban sin custodia. Máximo me dijo: «Ya perdimos un dineral habiendo cambiado antes de la corrida. O mandás seguridad o me paso las 24 horas jugando a la play»."En Buenos Aires la cosa está más fácil: ordené que le dieran 600 millones a Scioli para que pudiera pagar el aguinaldo. Lo hice, por...

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