Carles Álvarez Garriga: 'Rayuela te pasa la mano por la cara y te la borra'

Los chicos de su edad leían a Julio Verne y a Emilio Salgari. Un catálogo de novedades editoriales anunciaba la publicación de los cuentos completos de un tal Julio Cortázar, a quien no había escuchado nombrar jamás, y acababa de fallecer. Carles Álvarez Garriga, de 15 años, encargó esa edición a un librero de La Verneda, su barrio en Barcelona. Hoy, 30 años después, recuerda aquel momento. "Antes de leer a Cortázar, no sabía cuál iba a ser mi futuro. Si iba a ser pescador o pastelero. Gabriel García Márquez decía que cuando leyó el principio de La metamorfosis su vida cambió para siempre. A mí me pasó lo mismo con Cortázar. A él le dedico toda mi vida desde hace diez años", asegura el doctor en Filología Hispánica y editor -todos en Alfaguara- de Cuentos inolvidables según Cortázar (2006), Clases de literatura (2013) y, junto con Aurora Bernárdez, Papeles inesperados (2009), los cinco tomos de Cartas (2012), y Cortázar de la A a la Z (2014).En 2002 Álvarez Garriga le envió una carta a Bernárdez, la primera esposa y albacea de Cortázar, hoy de 94 años. Buceaba por el universo de los prólogos del autor para escribir su tesis doctoral, alejada del tono solemne de las demás investigaciones en su especie. Bernárdez le respondió que era ingenioso e insolente, y le prometió que, cuando viajase a Barcelona, se reuniría con él. Al año siguiente se conocieron. La tesis de Álvarez Garriga mereció la calificación más alta y una vez graduado, abandonó su trabajo de ghost writer de discursos políticos ("escribí para la derecha y para la izquierda, siempre lo mismo, o el idiota era yo o los idiotas eran ellos"). Desde entonces bucea en los papeles y la correspondencia de Cortázar. "Aurora me preguntó si de verdad estaba dispuesto a aceptar este trabajo: «Ándate con cuidado, porque Julio Cortázar te va a vampirizar». Ella hacía 20 años que estaba vampirizada. Es un trabajo apasionante."En Barcelona, donde Cortázar pasó dos años cuando era niño mientras la Primera Guerra Mundial azotaba Europa, trabaja Álvarez Garriga en un departamento que pertenece a Bernárdez, radicada en París. Se desconoce las coordenadas precisas donde estuvo en esa ciudad catalana, pero hay una carta -precisa el editor- entre la madre del escritor y Aurora, luego de que él falleciera, donde la primera le sugiere que si estaba por Barcelona no dejara de ir a la calle donde habían vivido hacia 1918 y le dibujó un plano. El azar, que tanto amaba Cortázar, se colaba de modo juguetón en su biografía...

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