La otra cara del progreso global

Marc Augé es, en lo suyo, un experto inusual . Su pensamiento y su expresión exceden, ampliamente, los procedimientos de un especialista. Donde a cualquier otro profesional se le impondría la necesidad de trazar una frontera, Augé tiende puentes. No lo desorienta la pluralidad de fenómenos que le exige la consideración de su tiempo. La antropología opera en él como una fuente proveedora de estímulos. Es, al unísono, un disparador y una perspectiva; su plataforma de pensamiento y una de sus brújulas. Nunca el horizonte excluyente de sus ideas.

Aun quien se limite a recorrer los títulos de su bibliografía advertirá en ellos una impronta filosófica indisociable de su razonamiento y su práctica. Los no lugares: Espacios del anonimato (1993); Dios como objeto (1997); Las formas del olvido (1998); Ficciones de fin de siglo (2001); El tiempo en ruinas (2003); ¿ Por qué vivimos? Por una antropología de los fines (2004); La comunidad ilusoria (2010).

Lo recordó la periodista Luisa Corradini en una entrevista reciente: Augé terminó por transformarse "en el mejor observador de lo que él mismo llamó «sobremodernidad», una situación social caracterizada por el exceso: de tiempo, de velocidad, de movimientos y de consumo". Ese don de observación, entramado con una formación realmente sinfónica, le permite discernir rasgos y dilemas de la actualidad, habitualmente desdibujados en abordajes más convencionales. Así como el joven estudiante de Letras que fue Augé supo muy pronto que la gran poesía moderna no se nutre de hechos excepcionales, sino de relaciones excepcionales con hechos comunes, así también la mirada del investigador maduro supo dirigirse a los escenarios en apariencia más triviales de la vida cotidiana (subtes, calles y aeropuertos) para advertir en ellos signos elocuentes de la crisis cultural contemporánea.

En El antropólogo y el mundo global , su nuevo libro, Augé lleva a cabo un enlace convincente y sugestivo entre la marcha de la antropología a lo largo del último siglo y las realidades que hoy ponen a prueba su aptitud diagnóstica. Actuamos, afirma, en un escenario histórico agrietado por una contradicción estructural. En él se produce, por un lado, una creciente integración planetaria. Por otro, en cambio, se multiplica su número de excluidos. Augé convoca a reordenar ese escenario. Dos realidades a tal punto antagónicas pueden favorecer no sólo la proliferación de más violencia, sino de "formas inéditas de la violencia". Y añade que...

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