El campo

Mi madre me llamó esa mañana: tus abuelos fueron gente de campo, me regañó, de ahí vengo, de ahí venimos. No fue el único reproche: algunos lectores y dos compañeros de trabajo insistieron en que me había pasado de la raya. ¿Qué había sucedido? Había escrito unas líneas en las que señalaba diferencias con un funcionario y, tentado por el lenguaje, había referido cierta escena campestre con ese ánimo burlón y maniqueo con que nos reímos de los estereotipos. Pero no se trata del campo. Le concedí a mi madre atribulada que, habiendo leído el texto con esos ojos, acaso tenía razón, pero no es para tanto. Me dijo es, así que le pedí disculpas por haberla herido. Deberías pedir disculpas no a mí, sino a los lectores, me amonestó, y dedicarles una oración a tus abuelos. Respondí que lo haría...

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