Caminito, el gran juego de las diferencias

El martes, en medio de un calorón de 40 grados, se (re)inauguró el Teatro Caminito. El ciclo entabla inevitables diálogos con aquel otro que, durante casi tres décadas y hasta 1973, dirigió artísticamente Cecilio Madanes. Cuentan que hubo brindis, palabras emocionadas, frenéticos abanicos, miradas al cielo testeando el estado de la tormenta que estaba por venir, gente que aplaudió, gente que se aburrió.

Más allá de la noche de estreno de Los veraneantes, y en decidido plan de juego de diferencias, el contraste entre aquella versión y la actual es llamativo. La histórica fue un emprendimiento público de la Dirección de Acción Cultural de la Ciudad. La de ahora está a cargo de la Fundación Proa, privada, y el Complejo Teatral de Buenos Aires, público. En la primera se montaron textos clásicos protagonizados por actores populares con poder de convocatoria propia. Claramente formaba parte de un concepto curatorial pensado para la gente del barrio y más vecinos no necesariamente teatrales. Esta remake debutó con un texto de Máximo Gorki y le seguirá...

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