Cambiemos a Cambiemos, la demanda que Macri busca administrar entre los temblores

Quienes conocen los movimientos del aún no pueden creer lo que hizo el organismo el fin de semana pasado. No solo atentó contra su ortodoxia más profunda , sino que además lo hizo sin que mediara una reunión del directorio. Los técnicos del FMI consumieron el viernes, sábado y domingo con llamadas telefónicas y mensajes de chat informales para consensuar la respuesta que Guido Sandleris reclamaba con desesperación. De tanto compartir el trato, se argentinizaron.El mensaje que había llegado a Washington fue dramático: "Si no tomamos una medida, la reapertura de los mercados nos lleva puestos el lunes". Alejandro Werner y Roberto Cardarelli, la línea técnica, eran escépticos. Nicolás Dujovne buscó influir sobre Christine Lagarde. La historia terminó como siempre, con Donald Trump ordenando a David Lipton, el representante de EE.UU. en el FMI, ayudar al gobierno de Mauricio Macri a estabilizar la situación económica para que no quede fuera de la competencia electoral."Están más tranquilos hoy, ¿eh? No tienen la cara de asustados del viernes", chicaneó Macri a sus asesores en el inicio de la semana como una forma de reflejar cuánto había descomprimido el clima interno la temporaria distensión de la cotización del dólar. En la Casa Rosada están convencidos de que la razón detrás de la suba incesante había sido la cristalización de la candidatura de Cristina Kirchner. "Se adelantó el escenario que se preveía para el 22 de junio (día del cierre de listas)", concluyen.A Macri lo asustaron los sombríos diagnósticos electorales que le exhibieron y entendió que no podía sostener sus expectativas de reelección si continuaba el tembladeral cambiario y financiero. Por eso además de la ayuda del FMI aceptó avanzar con , que tantas veces le habían propuesto sin éxito desde Ernesto Sanz y Miguel Ángel Pichetto hasta Rogelio Frigerio. Imaginó una formulación conceptual de diez puntos sin muchas precisiones, que básicamente permitiera dar una señal de previsibilidad a los mercados. Macri mantiene una fe conmovedora en los acuerdos de buena voluntad, que la dirigencia acompaña a regañadientes y que en general tienen efectos acotados. Es parte de su creencia en la racionalidad del sistema político y en el cambio cultural de un electorado que supuestamente valora ese tipo de gestos.Pero este objetivo se cruzó con otra discusión mucho más compleja sobre la naturaleza política de Cambiemos y sus posibilidades de éxito con su actual conformación. Casi un tardío...

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