Una calma fugaz

Finalmente, la humanidad es esto: una cuna precaria, un sostén trabajoso, un niño que duerme. Y puede haber -de hecho, las hay- cunas de lo más sofisticadas, cochecitos con aspiraciones, cuartos colmados de peluches, juguetes, colores pastel o refinadísimo diseño. Pueden existir todos los lujos, consumos, derroches imaginables; la humanidad, así y todo, seguirá siendo esto. Una calma fugaz. Un dejarse llevar por andariveles inevitablemente frágiles. Algo de lo que todos somos descansa en este niño de Kolkata, India. Pero también lo hace en las manos que lo arroparon, improvisaron una...

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