La caja negra de la provincia, entre sueldos astronómicos y manejos discrecionales

la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires estuvo en el centro de la escena por la re reelección de los intendentes

En el corazón de la capital de la provincia de Buenos Aires , hay una manzana a la que no llega la luz. Es la manzana de la Legislatura , donde la opacidad, la falta de transparencia y la administración discrecional de "la caja" parecen definir los trazos gruesos de una cultura que degrada al sistema institucional.

¿Por qué tiene tan mala fama la Legislatura bonaerense ? "Por dos cuestiones básicas: porque se la ha ganado y porque se la merece". El que lo dice es alguien que conoce como pocos el funcionamiento y los códigos internos de ambas Cámaras . En estos días, esa institución ha estado en el centro de la escena por la controvertida aprobación de una reforma que habilita a los intendentes (pero también a los propios legisladores, concejales y hasta consejeros escolares) a una nueva reelección. En ese trámite se pudo ver uno de los rasgos que la caracteriza: es un ámbito en el que las fronteras partidarias están muy desdibujadas. Todos están afiliados al PL, "el partido de la Legislatura", donde oficialistas y opositores parecen compartir códigos comunes y se mimetizan unos con otros. Esa cultura del poder tal vez explique por qué nadie ha denunciado, desde adentro, los vidriosos manejos que han hecho que la Legislatura tenga una "merecida y bien ganada" mala fama. No son todos iguales, por supuesto. Hay legisladores honrados y trabajadores, pero les cuesta marcar la diferencia. Lo que importa -en este caso- no son las individualidades sino "el sistema"; no son los casos aislados sino la cultura dominante. Es una cultura cada vez más alejada de la agenda ciudadana, encerrada en su propia lógica de "toma y daca" y habituada a un reparto de privilegios que no resistiría ni la más liviana auditoría.

Es cierto que, en todo el mundo, los Congresos y las legislaturas suelen ser blanco de un estigma y de no pocos prejuicios. Hay una mirada "antipolítica" que automáticamente asocia a las bancas legislativas con poltronas de privilegio, sin detenerse demasiado en sutilezas ni en la importancia fundamental que tienen esos actores para la vitalidad democrática. Desde ese prisma simplificador, suele creerse que un legislador solo trabaja cuando sesiona (sin computar la dedicación que demandan la elaboración, el estudio y el debate de un proyecto de ley en todo el proceso previo a su llegada al recinto). Con brocha gorda...

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